Tristán
e Isolda es un cantar de gesta celta que tiene lugar en la Edad Media, en
Europa, en la época de las cruzadas. Narra las hazañas de un héroe que comete
una grave traición por culpa de un amor forzado por un brebaje mágico.
En tiempos muy antiguos reinaba el Rey
Marcos de Cornualles en Inglaterra, al saber que sus enemigos se preparaban a
luchar contra él, su amigo el Rey Rivalén de Irlanda cruzó el mar para llevarle
su ayuda y lealtad. Le sirvió con la espada y el consejo como le hubiera
servido un vasallo. Y en recompensa de su fidelidad, el Rey Marcos le entrego a
su hermana la princesa Blanca Flor en matrimonio, a quien el Rey Rivalen amaba
con maravilloso amor.
Después de las bodas reales, el Rey Rivalen
tuvo que regresar a sus tierras, pues llegaron a él noticias de que su viejo
enemigo el Duque Morgan había invadido su reino, arruinado sus burgos y quemado
sus campos.
Partió pues, el Rey Rivalen para rescatar
su reino dejando a Blanca Flor con su mariscal a quien todos llamaban el fiel
Roalt por su lealtad hacia Rivalen.
Le esperaron largo tiempo, pero Rivalen
jamás regresó. Después Blanca Flor supo que el Duque Morgan le había matado...
ella no lloró ni despidió ningún lamento, más su alma quiso arrancarse de su
cuerpo y reunirse con Rivalen dondequiera que el se encontrara.
Durante 3 días trató de unirse con él, sin
escuchar las palabras de consuelo del fiel Roalt.
Al cuarto día, dió a luz a un varón y
tomándolo en sus brazos exclamó: "En mi tristeza naces, y triste es la
primera fiesta con que te halago. Sólo por ti, tengo pena de morir, y puesto
que viniste al mundo en la tristeza, te llamarás Tristán.”
Lo besó y murió.
Roalt recogió al huérfano y lo adopto como
suyo para protegerlo de los enemigos.
Le enseñó a manejar la espada, la lanza, el
escudo, el arco, a odiar toda mentira, a socorrer a los débiles y a sostener la
palabra empeñada.
Hallándose Tristán de caza, se unió a un
tropel de oficiales que cazaban también en un bosquecillo lejano de su morada.
Maravilló a todos con sus gentiles maneras y su cortesía para hablar.
Los oficiales eran siervos del Rey Marcos
de Cornualles, de quien sin saberlo, Tristán era su único sobrino.
Lo condujeron ante el Rey Marcos y pronto
sedujo su corazón que había llegado a la madurez de edad sin hijos ni
parientes, pues no cesaba de lamentar la muerte de su amada hermana Blanca
Flor.
Después de un tiempo, Roalt partió en busca
de Tristán y acertó visitar las tierras del Rey Marcos; al encontrarlo, Roalt
relató al Rey la historia del nacimiento de Tristán y el Rey lo reconoció como
su sobrino y lo armó caballero.
Juntos reconquistaron las tierras del Rey
Rivalen y éstas le fueron entregadas a Roalt por órdenes de Tristán, quien
decidió vivir con su tío.
Los barones del Rey Marcos celaban a
Tristán; sedujeron al Rey le convencieron de contraer matrimonio para tener un
heredero.
Trsitán estaba de acuerdo con la idea y
partió en busca de una doncella para su tío. Había oído historias de Isolda la
rubia, princesa de un poblado de Irlanda el cuál era amenazado por un dragón.
La mano de Isolda era la recompenza por
matar al gran dragón.
Partió pues a Irlanda y se armó en secreto
para dar muerte al dragón.
Mientras el pueblo dormía, se introdujo a
la guarida y emboscó al dragón, enterrándole la espada en la garganta y partiéndole
en dos el corazón. Le corto la lengua para comprobar su hazaña.
A la mañana siguiente, se presentó ante los
reyes, y rechaza para sí la recompensa, pero con grandes alabanzas la acepta
para su señor el Rey Marcos, sellando así pactos de amor y comercio entre los
dos países.
Cuando llegó el tiempo de entregar a Isolda
a los caballeros de Cornualles, la madre de Isolda fue al bosque a recoger
yerbas, flores y raíces, las mezcló en un poco de vino creando un brebaje
poderoso y lo vertió en un ánfora de barro cocido.
En secreto comisionó a Berengueana, la
doncella de Isolda, esconder el ánfora durante el viaje y verter el vino en las
copas del Rey Marcos y la princesa Isolda el día de la cena de bodas. Nadie más
que ellos debían beber ese vino, pues tenía tal virtud que quienes de él
bebieran, se amarían por siempre, durante la vida y más allá de la muerte.
La nave de Tristán iba cortando las
profundas olas, y a cada nuevo día que la separaba de Irlanda, mayor era la
tristeza de Isolda.
Cuando se acercaba a Tristán, una ola de
odio estallaba en su pecho, pues él la había alejado de los suyos y de sus
tierras, llevándola a desposarse con un monarca viejo a quien ella no conocía
ni mucho menos amaba.
Un día el viento cesó y un calor profundo e
insoportable abrumaba el aire.
Tristán bajó a la bodega en busca de vino
que ofrecer a Isolda para mitigar su sed y tropezaron sus manos con el ánfora
de barro. Lo tomo, y se sirvieron los dos jóvenes.
Dulce le parecía el vino a Isolda, pero no
era el vino, era la pasión, era el áspero júbilo, la angustia sin fin y la
muerte.
Tristán sentía arder su pecho, como si lo
desgarrara una zarza de espinas agudas y flores amorosas, cuyas raíces le
entraban en el corazón y cuyo ramaje se unía a su cuerpo, el cuerpo hermoso de
Isolda.
Maldecía el día en que fue acogido por su
noble tío en su reino, pues Isolda le pertenecía y no debía amarlo.
Pero Isolda lo amaba, quería odiarlo, pero
un poder maravilloso la unía a su raptor y la idea de lo imposible irritaba su
ternura haciéndola más dolorosa y profunda que en el odio.
Habían bebido el brebaje de su amor y de su
muerte.
Isolda se desposó con el Rey Marcos entre
la alegría de vasallos y barones.
Los nobles la honraban y los humildes la
querían. Pero la desgracia roía su corazón.
Amaba a Tristán y un santo respeto la
invadía frente a su esposo venerable. Pero los jóvenes se reunían cada noche en
el bosque; protegidos por la sombra de los árboles, conversaban sobre un amor
doloroso e imposible; saciaban la sed interminable de pasión que les produjo el
vino del ánfora.
El comportamiento extraño de Isolda, la
denuncia ante los enemigos de Tristán; éstos los espían y conciben sospechas
que destilan amargos celos en el viejo corazón del Rey Marcos.
La inquietud lo tortura, espía en sus
gestos el amor que se ocultan, y destierra a Tristan.
Sus cortesanos lo conducen a errores más
graves.
Interna a Isolda en el Lazareto de los
leprosos. La rapta de ahí, Tristán; y Marcos los persigue de colina en colina.
Una noche, vencidos de sueño, los halla el
rey; dormidos sobre el césped.
Hay tal dolor y tan grande pureza en las
facciones de los jóvenes, que Marcos sintió al verlos, rompérsele el corazón.
Vuelve Isolda al castillo de Cornualles
bajo la salvaguardia del rey. Pero los barones desleales desconfían de ella y exigen
que se someta a la prueba de fuego.
Debía jurar que ningún hombre la había
llevado en brazos a excepción del rey Marcos.
Cuando llega el día del juicio de Dios,
Isolda viste una túnica blanca hasta los pies con los pechos y brazos desnudos.
Se acerca a la hoguera, y un monje
desconocido la toma en brazos; ese monje es Tristán, a quién nadie ha podido
sorprender, más que Isolda.
Por eso ella sonríe ante las llamas y
tomando una braza viva jura ante Dios:
"Ningún hombre nacido de mujer, me ha
llevado en sus brazos, con excepción del Rey Marcos, y de este pobre monje, que
según habéis visto me ha conducido hasta esta hoguera..."
Dejando rodar las brazas extintas, alzó los
brazos desnudos al cielo y vieron todos que su carne era más lisa y sana que
las ciruelas de los árboles...
Lejos de Isolda, Tristán enloqueció.
Viajaba por tierras mágicas y lejanas sin
encontrar la paz que buscaba su corazón.
De los lugares donde moraba, parten
mensajeros hacia Bretaña en busca de Isolda la Reyna. Con engaños la llevan a
bordo de una nave equipada por Tristán, levan ancla y el soplo de Dios hincha
las velas alejando el barco de las costas de Cornualles.
Tristán, enfermo, interrogaba al mar, pero
la debilidad lo vence y el brillo del sol ciega sus pupilas.
La vida de Tristán se escapa de su pecho.
Tres veces exclama "Isolda, amada
mía"... y su alma vuela...
Sobre su cuerpo, la rubia Isolda, al llegar
no vierte una lágrima.
Se dobla su talle, con flojedad de agonía,
y cae muerta a su lado, para siempre ya su compañera...
Los buenos trovadores cantaron este cuento
para que lo oyeran, algún día, todos los que se han amado o se amarán...
HISTORIA DE TRISTÁN E ISOLDA
Tristán era hijo de Rivalín, rey de Leonís, y de Blancaflor,
hermana del rey Mark de Cornualles.
Su padre perdió la
vida luchando en el campo de batalla contra el duque Morgan y su madre murió al
dar a luz.
Tras la muerte de
sus padres, se encargó de su educación el caballero Governal, que se convirtió
en su maestro y amigo.
Cierto día,
terminada ya su educación, unos piratas secuestran al joven y lo llevan a
Cornualles, donde sus nobles maneras hacen que lo reconozca el rey Mark de
Cornualles, su tío.
Tristán, admitido
en la corte de Tintagel, acaba siendo ordenado caballero. Recibió las armas y
volvió a Leonís para derrotar al duque Morgan, al que mató en un duelo.
Cornualles era
sometido a un tributo deshonroso por el rey de Irlanda, que exigía el pago de
trescientos jóvenes y trescientas doncellas.
El encargado de
recaudar el tributo era Morholt, un hombre de tamaño descomunal con una
fuerza sobrehumana que ningún caballero se atrevía a desafiar.
El rey de Irlanda
aceptó, sin embargo, que esta obligación no fuera cumplida si un campeón vencía
en combate singular a su cuñado Morholt.
Tristán acepta el
desafío y mata a Morholt, pero éste antes de morir lo hirió con su espada.
La muerte de
Morholt conmocionó al reino de Irlanda y a su sobrina, la joven princesa Isolda,
de bellísima cabellera rubia, que prometió odiar a su asesino.
Agotado por el
esfuerzo y la pérdida de sangre, Tristán se arrastra hasta una barca, en la que
se desvanece; y la embarcación, flotando a la deriva, llega a la costa
irlandesa, donde lo recogen y curan la reina y su hija Isolda.
La reina es hermana
de Morholt, pero ignora que Tristán lo ha matado.
Un día, cuando el
héroe se ha recobrado de sus heridas, Isolda descubre que la espada de Tristán
tiene una muesca que corresponde exactamente al fragmento de hierro que se ha
encontrado en el cráneo del difunto Morholt.
Comprende la verdad
y concibe un odio feroz hacia el extranjero.
Solo la intervención
de su madre estorba su venganza y permite que Tristán regrese a Cornualles.
De vuelta a la
corte del rey Mark, las descripciones que Tristán lleva a cabo de la hermosura
de Isolda son tan fogosas y entusiastas, que el rey decide pedir la mano de la
princesa y convierte a su sobrino en embajador de la petición.
El rey de Irlanda
consiente la boda y Tristán se embarca con la princesa.
Durante el viaje de vuelta a Cornualles,
Isolda y Tristán toman accidentalmente una poción de amor, (custodiada por
Brangaine, doncella de la princesa), que la reina madre había preparado para
Isolda y Marco.
Así nace entre los
dos una pasión irresistible, que, con todo, no destruye su respectivo sentido
del deber, en lo que importa al rey Mark. Por lo tanto, Tristán lleva a Isolda
a Cornualles y la joven se casa con el rey. Pero la situación se hace pronto
insoportable.
Los barones del rey
empezaron a sospechar de los frecuentes encuentros entre Tristán y la reina en
ausencia del monarca.
Presionado por sus
caballeros, el rey decidió espiarlos sin descubrir inicialmente su historia de
amor. Pero al final, en un descuido, Tristán manchó con la sangre de una herida
las sábanas del lecho de Isolda y el rey descubrió el romance condenándolos a
la hoguera.
Los amantes huyeron
al bosque de Morois perseguidos por los barones del rey Mark. Allí se
escondieron durante cierto tiempo, hasta ser sorprendidos por el monarca una
mañana mientras dormían, pero los perdona generosamente.
La reina Isolda
vuelve junto a su esposo y Tristán se dirige a la Bretaña. Allí conoce a Isolda
de Bretaña, hija del duque Hoel, y se casa con ella porque era bella y su
nombre le recordaba a su amada, pero en realidad no era un hombre feliz y ocultaba
su tristeza a los que le rodeaban.
En un combate
Tristán recibe una herida de una espada envenenada que ningún médico sabe
curar. Entonces pide que un barco vaya en busca de Isolda de Irlanda, que con
sus artes curativas era la única que podría impedir su muerte. Y ruega al
piloto que, al regresar, ice una vela blanca si ella está a bordo y una negra
si no está. Isolda de Bretaña se entera de los planes de su esposo y maquina
una venganza poseída por los celos.
Cuando se avista la
nave, Tristán no tiene fuerzas para ir hasta la ventana y ruega a su esposa que
le diga el color de la vela. La vela es blanca, pero Isolda de Bretaña responde
que su color es negro y Tristán fallece desesperado. Isolda de Irlanda saltó a
tierra y tan rápido como pudo llegó al lado de Tristán, pero no encontró sino
el cadáver de su amado, se acostó a su lado y murió junto a él.
Así los que estuvieron separados en la vida se encuentran al fin unidos en la muerte.
Así los que estuvieron separados en la vida se encuentran al fin unidos en la muerte.
Son sepultados en
tumbas contiguas, en las que se plantan dos ramas de madreselva.
Al crecer, los
arbustos se inclinan uno hacia el otro y se unen enlazando tan estrechamente
sus ramas que nadie las puede separar, símbolo de un amor que ni siquiera la
muerte apaga.
Tomado de:
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