viernes, 5 de abril de 2013

Las Religiones Organizadas, otro Peligro para la Humanidad...


Las Religiones Organizadas,
otro Peligro para la Humanidad

por Osho



DISCIERNE, REFLEXIONA, DIFERENCIA Y CONFRONTA!
  
Hemos de recordar, que la Religión es un estado de Consciencia que nos permite identificarnos  y sentirnos parte de una Energía Divina Superior, una fuente de la cual formamos parte, y que no requiere de intermediarios.

Las religiones Organizadas son todas las agremiaciones que a través de la historia de la humanidad, han creado, caos, diferencias,  guerras,  conflictos, usando el nombre Dios para ello,  Son las que crearon el mito que necesitas intermediarios para acercarte a Dios,  Y  Religiones Organizadas son Todas.

La  religión es la más alta aspiración de la consciencia humana, es la búsqueda individual de la verdad.

La verdad interna no pertenece al conocimiento común. Cada cual ha de entrar en sí mismo; cada vez es un nuevo descubri­miento. No importa cuánta gente haya alcanzado su Realización, su Despertar. En cuanto lo alcanzas, es absolutamente nuevo, porque no puede tomarse prestado.

La búsqueda consiste básicamente en llegar a conocer tu inte­rior. Tienes una parte externa, y ninguna parte externa existe sin una interna. La propia existencia de lo externo es la prueba de la existencia del mundo interior.

El mundo interior está formado por tres capas: los pensamien­tos son la más superficial, los sentimientos son más profundos, y luego está el ser, que es tu divinidad. Conocer la propia divinidad, la propia eternidad, es la búsqueda fundamental de la religión.

Todos   los sentidos te llevan hacia el exterior: los ojos se abren para mirar lo exterior, los oídos oyen lo que sucede en el exterior, tus manos tocan lo que hay en el exterior. Los sentidos son las puertas para salir. Y recuerda siempre que la puerta que te sirve para salir, también te sirve para entrar; la misma puerta por la que sales de tu casa, es por la que entras cuando regresas. Sólo cam­bia el sentido. Para salir necesitas tener los ojos abiertos; para entrar necesitas cerrarlos; has de mantener todos tus sentidos callados.

El primer encuentro es con la mente; pero esa no es tu realidad. Aunque esté en tu cerebro, no eres tú; es el reflejo del exterior. Todos tus pensamientos son un reflejo del exterior.

Por ejemplo, un ciego no puede imaginarse los colores porque no los ha visto; por lo tanto ese reflejo no es posible. El ciego ni siquiera sabe qué es la oscuridad y debido a que nunca ha visto ni luz ni oscuridad, no hay posibilidad de reflejo alguno. El ciego no conoce ni la luz, ni la oscuridad; para él esos dos términos carecen de sentido. Y si analizas tus pensamientos descubrirás que surgen en tu interior debido a la realidad exterior, de manera que son básicamente externos. Reflejos en el lago inte­rior de tu consciencia.

Pero debido a estos pensamientos... una multitud inmensa que se va acumulando en ti creando una muralla china... Tienes que ir más allá de tus pensamientos. Y la religión conoce un solo método; con diferentes nombres, pero un solo método: la obser­vación, el ser testigo. Simplemente observa tus pensamientos, sin juzgarlos, sin condenarlos, sin darles importancia... con un ex­tremo desapego. Simplemente observa tus pensamientos fluyendo sobre la pantalla de tu mente.
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Y a medida que el observador se fortalece, tus pensamientos van disminuyendo. Si el observador supone el diez por ciento de tu energía, entonces el noventa por ciento se desperdicia en pensamientos. Si tu observador absorbe el noventa por ciento, en­tonces sólo el diez por ciento se invierte en pensamientos. En el momento en que tú eres cien por cien un observador, la mente queda vacía.

Todo este proceso es lo que se conoce como meditación. Al atravesar los pensamientos llegas a la segunda capa, la de los sentimientos, la de tu corazón, que es más sutil. Pero ahora tu observador es ya capaz de observar tus estados de ánimo, tus sen­timientos, tus sensaciones; aunque sean de lo más sutil. Y el mis­mo método funciona como con los pensamientos; pronto no ha­brá sentimientos, sensaciones, estados de ánimo... Habrás ido más allá de la mente y del corazón.

Ahora queda un silencio profundo; nada se mueve. Éste es tu ser. Esto eres tú.

El sabor de tu ser es la verdad.

La belleza de tu ser es la belleza de la Existencia.

El silencio de tu ser es el lenguaje que la Existencia entiende. Y recogido en tu ser, has llegado a casa, tu peregrinaje se ha terminado, tu lucha ha cesado. Cómodamente te asientas en silencio en tu ser. Un gran esplendor oculto se te revela porque no estás separado de la realidad; eres uno con ella. Los árboles, la luna, las estrellas y las montañas, todo es parte de una unidad orgánica. Tú eres también parte de esa unidad orgánica, eres parte de Dios.

La religión es el supremo logro del hombre. Más allá de la religión no hay nada, pero tampoco hay necesidad de nada más. Tu ser es tan extático, rebosa tanta   felicidad, tanto silencio, tanta paz, tanta comprensión, tanto éxtasis, que por primera vez la vida se vuelve realmente una canción, una danza, una celebración. Pero la religión organizada es algo totalmente diferente, así que siento que debo aclararte que la religión auténtica es siempre indivi­dual. Cuando la verdad se organiza, muere; se convierte en una doctrina, en una teología, en una filosofía, pero deja de ser una experiencia, porque una multitud no puede tener experiencias. Las experiencias suceden sólo a los individuos.

Es casi como el amor. Con el amor no puedes crear organiza­ciones para no tener así que preocuparte, para que la organiza­ción se encargue de todo, para que el sacerdote, pastor, o ministro  ame en tu lugar. Y eso es lo que le ha sucedido a la religión. Cada vez que un hom­bre descubre la verdad, inmediatamente una parte de la Humani­dad -la más astuta: los sacerdotes- lo rodea. Empiezan a reco­pilar sus palabras, empiezan a interpretarlas y empiezan a procla­mar que si la gente quiere saber la verdad, ha de hacerla a través suyo; ellos son los intermediarios de Dios.

Pueden llamarse a sí mismos profetas, pueden hacerse llamar mensajeros, pueden es­coger el nombre que sea, pero la realidad es que se han colocado a sí mismos como agentes de Dios. No conocen a Dios, pero en nombre de Dios explotan a la Humanidad.

La religión organizada es otra forma de política. Así como he condenado a la política como la más baja de las actividades humanas, lo mismo hago con las religiones organizadas. Tú puedes verlo: los sacerdotes,  ministros, y los políticos han estado siempre en cons­piración contra la Humanidad.

Se han apoyado unos a los otros. Han dividido las cosas entre ellos para que lo mundano sea de los políticos -ahí gobiernan ellos- y tu vida interior pertenezca al sacerdote; ahí es él el que manda.

Uno a veces se asombra... parece increíble que en pleno siglo veinte algunos miembros de Religiones organizadas pueda declarar -como lo hicieron hace unos meses­ que el comunicarse directamente con Dios es un pecado. Debes hacerlo por el conducto adecuado,  a través del  sacerdote, del ministro o pastor porque si la gente  comenzara a dirigirse directamente a Dios-confesar­se a Dios, rezarle a Dios- millones de sacerdotes, pastores, ministros o llámenles como quieran se quedarían sin empleo. Ellos no hacen nada; su función es engañarte. Tú no conoces el lenguaje de Dios ni eres tan evolucionado; por una simple donación a su iglesia o templo, ellos hacen el trabajo por ti.

Todas esas donaciones van a la bolsa de  Estos comerciantes,  No saben nada de Dios, pero son muy eruditos: pueden repetir las escrituras como loros. Pero su íntimo anhelo no es de Dios, ni de la verdad. No son buscadores; son explotadores.

Supe que un cura compró dos loros a los que enseñó -con mucho trabajo- hermosos pasajes sobre Jesucristo. Y todos es­taban asombrados porque hablaban muy correctamente. Les hizo unos pequeños rosarios -para que estuviesen constantemente rezando y también les compró unas pequeñas Biblias... Así que tenían siempre sus Biblias abiertas mientras repasaban las cuen­tas.

Aunque no podían leer lo sabían todo de memoria. El cura abría una página y decía: “Página doce".

Y ellos empezaban a leer. No es que leyeran; repetían de memoria.

El cura estaba muy satisfecho y pensó que sería bueno tener otro loro para enseñarle a decir sermones completos en vez de recitar la Biblia y rezar el rosario. Encontró un loro cuyo dueño le aseguró: "Su deseo será satisfecho; nunca he visto un loro tan inteligente”.

Pero no se dio cuenta de que era un loro hembra. En cuanto fue puesto en la jaula con los otros dos loros -que estaban re­zando el rosario y leyendo la Biblia- ambos miraron a la hembra y uno de ellos dijo: "¡Jorge, deja el rosario. Nuestras plegarias han sido escuchadas!".

Tus sacerdotes, ministros y pastores,  no son más que loros y sus plegarias son para obtener poder, prestigio, dinero. Son políticos disfrazados. Ha­cen política en el nombre de Dios, la política de los números. Hay ahora setecientos millones de católicos; evidentemente el Papa es el hombre religioso más poderoso del mundo.

Todas las religiones ha incrementando el número de sus fieles utilizando diferentes métodos. A los musulmanes se les permite tener cuatro esposas para así engendrar cuatro niños al año. Han tenido un gran éxito; son la segunda gran religión  después del cristianismo.

"Religión no organizada" es sólo una expresión sin contenido, sin significado; en ella se esconde la política de los números. Y lo sabes perfectamente. Cuando la selecciones se acercan, tus políticos van a ver al Shankaracharya. Durante cinco años nadie va a visitarle, pero cuando las elecciones se acercan, entonces el primer ministro visita al Shankaracharya; acude en peregrinación a templos situados en montañas tan altas como los Himala­yas. ¿Para qué? Repentinamente surge una gran devoción religio­sa, que declina en cuanto las elecciones terminan.

Esta gente necesita los votos, tienen que mostrar respeto a los dirigentes de las religiones. Y un Shankaracharya se siente hala­gado cuando un primer ministro le toca los pies. Y los hindúes, ­los seguidores del Shankaracharya, piensan que su primer mi­nistro es muy devoto.

Cuando el Papa viene a la India, incluso el presidente y el primer ministro con todo su gabinete forman en fila para recibirle en el aeropuerto. ¿Para qué? La tercera gran religión en la India es ahora el cristianismo y si muestras respeto por el Papa signifi­ca que todos los votos de los cristianos van a ser tuyos.

Las religiones organizadas -ya sea el cristianismo o el hin­duismo o el islamismo- o el judaísmo nunca han buscado la verdad. En dos mil años, ¿qué verdad ha organizado el cristianismo además de lo ya dicho por Jesús? Así que ¿qué necesidad hay de esta organiza­ción? No ha incrementado la religiosidad de la gente; simple­mente ha repetido lo que dijo Jesús, lo que está a disposición de todos en los libros. En veinticinco siglos, ¿cuántos budistas han ido en busca de la verdad o la han hallado? Son sólo una larga fila de loros repitiendo lo que Gautama Buda encontró.

Y debes recordar que Buda no fue parte de ninguna religión organizada, ni tampoco lo fue Mahavira, ni Jesús. Ellos eran busca­dores individuales. Ese es el privilegio y la dignidad del individuo.

Las religiones organizadas, al igual que los políticos, han provocado las guerras. Los nombres pueden cambiar:

los políticos luchan por el socialismo, el comunismo, el fascismo, el nazis­mo... y las religiones organizadas luchan por Dios, por el amor, por su propio concepto de lo que es la verdad. Y millones de personas han resultado muertas en los choques entre cristianos y musulmanes, entre  cristianos y judíos, entre musulmanes e hin­dúes, entre hindúes y budistas. La religión no tiene nada que ver con la guerra; es la búsqueda de la paz. Pero las religiones orga­nizadas no están interesadas en la paz; están interesadas en vol­verse más y más poderosas y dominantes.

Condeno a los políticos e igualmente condeno a las religiones organizadas, porque no son más que política. Por esto, cuando digo que la gente religiosa debe ser respetada, honrada y que los políticos deben acudir a ellos en demanda de consejo, no me re­fiero a las religiones organizadas; me refiero a los individuos religiosos. Y un individuo religioso no es ni hindú, ni cristiano, ni musulmán. ¿Cómo podría serlo? Dios mismo no es ni hindú, ni musulmán, ni cristiano, y el hombre que conoce algo de lo Divino adquiere los colores de la Divinidad, exhala el aroma de la fragancia divina.

En el antiguo Oriente, esta gente religiosa fue el más elevado florecimiento. Incluso reyes y emperadores acudían a ellos para postrarse a sus pies y recibir su bendición, para solicitar consejo sobre problemas difíciles de resolver.

Si queremos que el mundo siga existiendo, tenemos que retor­nar a nuestros antiguos días de infancia, cuando la persona religio­sa no albergaba intereses privados. Por eso sus ojos estaban lim­pios, por eso su corazón era puro amor, su ser era en sí una bendi­ción. Quien quiera que llegaba a él, era curado; sus problemas re­sueltos; obtenía nuevos enfoques para sus viejos problemas.

Las religiones organizadas deben desaparecer del mundo, han de abandonar su máscara de religiosidad. Son simplemente políti­cos, lobos con piel de cordero. Han de desvelar sus verdaderos intenciones; son políticos, no hay nada malo en ello. Siempre han sido políticos, pero han estado haciendo política en nombre de la religión.

Las religiones organizadas no tienen futuro alguno.

Deben abandonar su disfraz y mostrarse como políticos y ser parte del mundo político, para que así podamos encontrar al indi­viduo auténticamente religioso, que es  muy raro de encontrar. Pero unos cuantos individuos auténticamente religiosos, bastan para conducir al mundo entero hacia la luz, hacia la vida inmortal, hacia la verdad última.

MAESTRO OSHO



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