REINA ELIZABETH I
DE INGLATERRA
DE INGLATERRA
La
reina que cambio la historia de su país y de Europa, nació en Greenwich el 7 de
Septiembre del 1533, hija de Enrique VIII y de Ana Bolena y justamente por esa
razón, pocas semanas después de la ejecución de la madre acusada de adulterio,
el 1º de julio del 1536, fue declarada ilegitima. Transcurrió la mayor parte de
su infancia junto con el hermanastro Eduardo, en Chelsea, en la casa de
Caterina Parr sexta mujer de su padre, recibiendo una muy buena educación que
conllevaba el aprendizaje del latín griego, italiano y francés. Su salud fue
enfermiza desde la infancia. La actitud prudente que Isabel tuvo durante el
reino de su hermana María (llamada la Sanguinaria, Bloody Mary), la salvo de
fáciles retorsiones y cuando subió al trono en el noviembre del 1558 fue
aclamada por todas las facciones y por los ciudadanos.
Tenía
solamente 25 años, una mujer de media estatura, una gran melena pelirroja y
unas manos (cuentan los cronistas de la época) muy bonitas. Tenía un
temperamento fuerte y volitivo que la ayudaba a superar sus precarios estados
de salud.
Durante su primer
año de reino, Isabel logro arreglar los negocios religiosos ingleses de muchos
años heredados por el padre y adopto una previsora política exterior que se
caracterizaba por dos aspectos: exploraciones y fundaciones de las primeras
colonias ingleses y guerra contra España.
Su largo reino (45
años) vio surgir y afirmarse no solamente el poder económico inglés, sino
también una nueva vida del espíritu.
La invocación de God
save the Queen (Dios salva la Reina) se repetía con plena convicción por los
súbditos de cada clase social y la sinceridad de su devoción no requería
ulteriores pruebas. Pocas veces en la historia una reina había sabido
conquistarse el cariño y la admiración de un pueblo, gracias a sus cualidades
personales y sin empujar con ningún tipo de fanatismo.
La joven Isabel
conoció el horror de la segregación en las tétricas celdas de la Torre de
Londres, el exilio forzado en los castillos, las acusaciones sin motivos de
conspirar contra el Estado y muchas más persecuciones, incluidos los últimos
momentos de terror que uno vive antes del patíbulo.
Pero cuando Isabel
subió al trono de Inglaterra, no quiso actuar con las venganzas, nunca paso de
decepcionar el pueblo, ni se retiro después de haber tomado una decisión y supo
esperar el momento oportuno para actuar o no actuar de ninguna manera. Dedico
toda su vida a Inglaterra y nunca una nación tuvo una soberana tan devotamente
sometida. Ella misma amaba definirse a menudo “la Reina Virgen” y no perdió
ocasión para recordar a todos que había renunciado a las joyas del amor para
pertenecer solo y exclusivamente a Inglaterra.
Sobre la justicia,
justo ella que había tenido que defenderse de las injusticias, no se negó a
aprender desde el mismo pueblo, también de la parte más hostil.
La corona le fue
ceñida en un período pleno de circunstancias adversas para su reino: otros
pretendientes al trono conspiraban contra ella; a los grandes enfrentamientos
religiosos se sumaba la debilidad económica del Estado; y para colmo,
Inglaterra se hallaba envuelta en una sangrienta guerra con Francia. Por eso,
en un primer momento, se evaluó la conveniencia de un enlace matrimonial con el
viudo Felipe II, de quien se dice que estaba enamorada, enlace que fortalecería
el papel de ambos países en el ámbito europeo. Pero la casi pactada unión se
frustró porque, según los informes presentados al rey católico, Isabel tenía
algo que la incapacitaba para el matrimonio, posiblemente una malformación
genital, lo que motivó el rechazo español a la proposición inglesa.
Quizá también de
resultas de la comprobación de su estado físico, fue que Isabel declaró ante el
Parlamento, que deseaba verla casada y con descendencia, que era su firme
propósito el de permanecer soltera. Y el logro de tal decisión fue lo que
condujo a que esta reina fuera llamada la Reina Virgen, lo que en realidad no
parece haber sido cierto a pie juntillas, ya que se comentaba que otorgó su
“íntimo afecto” a buen número de favoritos (entre los que se destacan Robert
Dudley, primer conde de Leicester, sir Walter Raleigh y Robert Devereux,
segundo conde de Essex).
Era el tal Robert un
mozo apuesto, siempre vestido con lujo a la última moda, bravo duelista, hábil
jugador de pelota, amante del arte y buen tañedor de laúd, es decir, un
perfecto cortesano. Aunque Isabel negó toda relación íntima por él, lo cierto
es que lo había hecho su caballerizo mayor, cargo que le permitía gran
familiaridad con ella; le había asignado habitaciones muy cercanas a las suyas,
y a las que acudía a cuidarlo si enfermaba; lo colmaba de gracias y de regalos;
se entristecía claramente cuando él se alejaba, y le hacía tremendas escenas de
celos. Por tanto, no era extraño que se lo considerara su amante.
Pero si Dudley
pretendía llegar al casamiento con la reina debía desembarazarse de un serio
obstáculo: su esposa. Y paradójicamente, ésta murió al caer por una escalera.
Isabel se negó a creer en un crimen de su favorito pero, toda intención de
boda, si la hubo, quedó trunca. Ella manifestó: “Se ha dicho que sólo amaba a
Sir Robert Dudley porque estaba casado, pero ahora no lo está y yo no me caso tampoco.
Y hasta pretendió, tiempo después, hacerlo casar con su prima María Estuardo,
entonces reina de Escocia. Y quizá para consolarlo por el rechazo de aquélla,
lo hizo conde de Leícester. Le guardó siempre un rinconcito en su corazón, ya
que tras la muerte del favorito, guardó, entre lágrimas, un papel doblado en un
precioso cofrecito, encabezándolo: “Su última carta”.
ROBERT DUDLEY
CONDE DE LEICESTER
CONDE DE LEICESTER
Primer conde de
Leicester, fue el favorito de la reina Isabel I de Inglaterra durante gran
parte de su reinado.
Fue uno de los hijos
menores de John Dudley, duque de Northumberland, quien fue condenado a muerte
por intentar poner en el trono a Lady Jane Grey. Estuvo en prisión junto con su
padre en 1553, aunque fue indultado por la reina María I Tudor, quien le asignó
el cargo de Maestro de Ordenanza o jefe del estado mayor. Luego de la muerte de
la reina María, llegó a ser el favorito y posiblemente el amante de la reina
Isabel, quien querría casarle por muchos años. La reina, entre otras muestras
de afecto, le otorgó el título de Conde de Leicester en 1564.
ROBERT DUDLEY Y
ELIZABETH I
Algunos de sus contemporáneos afirmaron
que Robert había nacido
el mismo día y el
mismo año que la reina
Elizabeth I. Recientes cálculos dan que habría nacido el 24 de Junio de 1532, lo que
contradice la fecha oficial de su año de nacimiento de 1533.
Robert conoció por
vez primera a la princesa
Elizabeth cuando tenía 8 años de edad, quizás cuando
estudiaba junto a los príncipes en las clases impartidas en la corte. Fue el inicio de una excelente amistad
que marcaría para siempre sus vidas. Robert era un chico inteligente, lo que debió de agradar a la intelectual Elizabeth,
pero tenía poco interés por los clásicos. Educado como el resto de
sus hermanos por el prestigioso John Dee (ver su biografía en el "Archivos"),
su pasión eran las matemáticas, la astronomía y
la astrología. Fue también un hábil jinete. Acerca de su relación de infancia con Elizabeth, afirmó al final de su vida que Elizabeth, ya desde sus 8 años, había
afirmado que nunca se casaría.
El 4 de junio de 1550, Robert fue
casado con Amy Robsart, la hija de Sir John Robsart de Syderstone, un noble terrateniente
del condado de
Norfolk. Los jóvenes novios, aún menores de edad, no se casaban obviamente
por amor sino por
intereses paternos. Amy
Robsart era, de hecho, una rica heredera y esa boda interesaba de sobremanera a los padres de
Robert, interesados
en brindarle así una fortuna y una posición para asegurarle una vida
acorde con su rango, a sabiendas que él no era el hijo
primogénito y que, por ello, no le pertenecía heredar algún día de los títulos y posesiones de su padre.
A la boda asistieron la princesa Elizabeth y su hermano el rey
Eduardo VI.
Cuando Elizabeth I accedió al trono en 1558, al fallecer su medio-hermana María I, la
fortuna se hizo más benévola con Dudley.
Fue nombrado
Caballerizo Mayor
de la Reina,
prestigioso cargo
en la corte que requería un nutrido personal a
sus órdenes para servir
a la soberana, supo estar a la altura de su
nombramiento organizando
hasta el más nimio
detalle de las
apariciones públicas de ésta, o para su
distracción
personal. A eso se añadía que ambos gustaban de
lo mismo: la música
y el teatro. El entendimiento era tal que se hizo
obvio que Robert
Dudley se había convertido
en el favorito de
la nueva reina de
Inglaterra. Supo recompensar su lealtad y su enorme sacrificio durante los tiempos difíciles, colmándole de
títulos, propiedades
y prebendas, sin
contar con las generosas sumas de dinero que le fueron regaladas.
Sir Robert Dudley se había convertido
en el favorito por excelencia de Elizabeth I, en su enamorado, en su caballerizo
mayor, en su confidente, en su amigo y en su amante. A pesar de
la meteórica ascensión
de Dudley, éste
nunca perdió las formas respecto a la soberana,
ni olvidó el
respeto con que debía tratarla, por muy enamorados que estuviesen ambos. La reina
era la reina, antes que la amante y la amiga.
En la corte, sus
enemigos le apodaban "el Gitano" por su apariencia latina, al tener los
cabellos y los ojos negros. Mucho más amable, Elizabeth I le llamaba "two-eyes" (dos ojos). Se atrajo la antipatía de muchos por
ser demasiado
arrogante.
Ingenuo, amó durante toda su vida a la reina, con la
que hubiese deseado
casarse, y pese a los repetidos rechazos, seguía igualmente
enamorado de
ella.
Sus pretensiones matrimoniales no podían, obviamente,
llevarse a cabo dado que ya estaba casado con Amy Robsart desde 1550. Su esposa se había convertido en un obstáculo insalvable
en sus propósitos. Las circunstancias que rodearon la súbita y extraña muerte de su esposa en la mansión
de Cumnor Place (cayó
por las escaleras, rompiéndose el cuello), hicieron caer sobre Robert la pesada losa de
la sospecha y muchos dedos
apuntaban hacia él. Durante años, la gente
estuvo convencida de
que él había orquestado el fatal accidente de su mujer, para
así deshacerse del
único obstáculo que le impedía
casarse con la reina Elizabeth
I.
Se decía que a Amy Robsart
se le había diagnosticado
un cáncer de mama, un mal incurable que entrañaba una lenta y dolorosa muerte, y
que por esa razón optó suicidarse antes que padecer
una horrible agonía.
En cualquier caso, esa muerte acabó por hundir las esperanzas de Robert de poder matrimoniar con la reina. Elizabeth I no podía
cometer semejante error ya que, de haber aceptado casarse con él, se habría visto envuelta en ese escabroso asunto y la gente habría pensado que ella también tenía algo que ver con la muerte de Amy Robsart. A eso
se sumaba el odio que suscitaba la figura de Robert Dudley, al monopolizar el
favor de la soberana. De
haberse casado la reina con él, sin duda hubiese
estallado una rebelión contra su autoridad.
A pesar de todo esto, el ingenuo
Robert permaneció
en la vana esperanza de acabar matrimoniando con Elizabeth I, y ésta mantuvo la llama viva
durante años sin por ello dar el "si". La prueba la tenemos en que Robert no se volvió a
casar hasta el año 1578, cuando finalmente se
percató de que la reina
jamás iba a casarse con él.
En 1562, Elizabeth I le había
nombrado miembro del
Consejo Privado de
la Corona a pesar de la oposición de los demás miembros (octubre de
1562), y expidió a su favor las cartas patentes por las cuales le
nombraba 1er barón de Denbigh -28 de septiembre- y 1er conde de Leicester -29 de septiembre de 1564-.
Convertido en par del
reino, ingresó en
la Cámara de los Lores.
En 1575, durante los
fastuosos festejos ofrecidos en el castillo de Kenilworth, en Warwickshire, Robert hizo su última pedida de mano a la reina. Como en años anteriores,
la soberana le contestó con un rotundo "no".
En 1585, Leicester estuvo al mando de
las fuerzas británicas
destinadas en los
Países-Bajos cuando éstos se habían sublevado contra la autoridad de Felipe II de España. La misión de Leicester era acudir en ayuda de los rebeldes holandeses.
Permaneció allí hasta 1587, regresando a Inglaterra cuando estallaba el asunto de la conspiración de Lord Babington, en la cual se hallaba involucrada
la ex-reina María I
de Escocia en
1586-87. Leicester estuvo presente cuando María I de Escocia fue ejecutada en Fortheringay.
La misión de Leicester en los
Países-Bajos no fue particularmente brillante y, cuando
regresó a la corte, le llovieron las críticas por sus acciones.
El descontento de
Elizabeth I se hizo bastante palpable cuando le recibió sin mediar palabra, y con una frialdad
tremenda. Ni siquiera le soltó una palabra amable para darle gracias por sus esfuerzos en las Provincias Unidas.
A pesar del sonado fracaso de
Leicester, que sus enemigos
se complacían en exagerar a ojos de la reina (su única
valedora), en 1588 ésta le dió a cargo la dirección del ejército de tierra en el momento
en que España lanzaba contra Inglaterra su
famosa Armada, y organizó
personalmente la visita
de Elizabeth I a Tilbury. En aquellos momentos, Leicester
andaba desmejorado y
con molestias que daban señales de una fatiga y desgaste físico visibles.
Después de la
estrepitosa derrota
de la Armada Española ante las costas inglesas, Leicester
tenía intenciones
de tomarse un descanso
y hacer una cura de
aguas termales en Buxton, pero no tuvo tiempo de ir. Falleció en su casa de
Oxfordshire el 4 de
septiembre de
1588.
Elizabeth I acogió la noticia de su muerte de la peor manera. La pérdida
de su amigo y compañero, con el cual se había encerrado a solas en
sus aposentos durante horas y días, la sumió en una enorme tristeza.
Durante todos aquellos años, la reina había
guardado celosamente, como oro en paño, todas las cartas que Leicester le había escrito,
bajo llave y en su joyero.
En los 15 años restantes que le quedaban a la soberana, leyó y releyó incansablemente sus
cartas. Hasta en el momento de su muerte, Elizabeth I siempre llevó encima un
medallón de oro y
pedrerías con el retrato en miniatura de su queridísimo Robert.
Dicen que sus enemigos,
que se alegraron mucho de la catástrofe de la Armada, no lo festejaron con tanto ruido que cuando se enteraron que Robert Dudley había
muerto.
Para ver la historia:
http://www.youtube.com/playlist?list=PL30315BFE6D839440&feature=plcp
http://www.youtube.com/playlist?list=PL30315BFE6D839440&feature=plcp
¿SECRETO GUARDADO?
ELIZABETH Y ROBERT
ELIZABETH Y ROBERT
La reina Isabel se embarazó de Robert Dudley, Lord Leicester que hicieron
una boda secreta.
Francis Bacon nació después de esa boda, nacimiento
que también fue mantenido en secreto porque ella quería seguir manteniendo su reputación de “Reina Virgen”.
A la vez si la
Reina reconocía su matrimonio públicamente, tendría que ceder parte del
poder al ambicioso Leicester. Más aún,
también temía que la gente
prefiriera a un heredero varón
que a ella, por lo cual habría que redimensionar
los dominios reales, y como ella era también muy ambiciosa, prefirió negar
públicamente su hijo, bajo pena de muerte si exigía o adoptaba su verdadera identidad.
Francis fue criado como hijo adoptivo de Sir
Nicholas y Lady Annie Bacon.
Recién a los quince
años se enteró por su propia madre su verdadero origen, al mismo tiempo que le
negaba para siempre su legítima herencia: el reino de Inglaterra, en pocos minutos se desmoronó su
estructura familiar.
Francis Bacon debió ser Francis
I Rey de Inglaterra.
Francis Bacon, fue una de las encarnaciones del Maestro Saint Germain.
WALTER RALEIGH Y ELIZABETH I
Explorador, soldado, cortesano, parlamentario y poeta, Walter
Raleigh es una de las figuras más carismáticas de la época Tudor. Nació en 1552
en Devonshire, al sur de Inglaterra, hijo del hidalgo campesino Walter Raleigh
de Fardell. A los 17 años se marchó a Francia para luchar en el bando hugonote
en las guerras de religión. En 1573 volvió para estudiar leyes en Oxford y
Londres, donde se familiarizó con el ambiente de la corte y de los
intelectuales, pero la vida soldadesca le tiraba demasiado y en 1577 se fue a
los Países Bajos a combatir por Guillermo de Orange.
Su carrera en la piratería empezó al año siguiente, cuando fletó un
barco y se marchó a los establecimientos ingleses de América con su hermanastro
sir Humphrey Gilbert con el objetivo primordial de capturar galeones españoles.
No tuvieron mucha suerte. En 1580 volvió a Londres y con el apoyo de los condes
de Leicester y de Oxford se puso al mando de una compañía de infantería con la
que se fue a luchar contra los rebeldes irlandeses de Munster; allí sofocó la
revuelta empleándose con gran crueldad, y se ganó el favor de la corte de
Westminster.
A partir de 1582 empezó a recibir pensiones, honores y cargos de
manos de Isabel I, entre ellas la posesión de la residencia principesca de
Durham House. Fueron años boyantes como favorito, capitán de guardias de la
reina y vicealmirante, pero su fracasada empresa pirata le había dejado el
gusanillo de la aventura en el Nuevo Mundo.
En 1584 obtuvo un permiso real para explorar tierras ¡paganas! que
no perteneciesen a ningún Rey cristiano. Su idea era colonizar Norteamérica
para torpedear los intereses de España y de paso beneficiarse de las riquezas
del nuevo continente. El proyecto cristalizó en la exploración de la costa
norteamericana y la colonización de Virginia, de cuyo viaje Raleigh traería
clandestinamente el tabaco a Europa, quitando así el monopolio a los españoles.
Él también se creyó la
leyenda de El Dorado.
En sus expediciones a América del Sur, tras luchar en 1588 contra
la Armada Invencible, no le fue demasiado bien. En 1594 conoció en la isla de
Trinidad a un aventurero español al que sonsacó información sobre la posible
ubicación en Guayana de la legendaria ciudad de El Dorado. De vuelta a
Inglaterra escribió un libro sobre el tema y se puso a preparar la aventura.
Durante el viaje camino de Guayana, iniciado en 1595, pasó por Fuerteventura,
donde desembarcó, hizo acopio de agua, robó ganado y capturó dos barcos, uno
cargado de armas de fuego y otro de vino. De vuelta a Europa participó en una
expedición contra Cádiz (1596), donde resultó gravemente herido, y en 1597 se
apoderó de Faial, en las Azores, lo que le llevó a enfrentarse con el conde de
Essex. Su mutua enemistad sólo terminó con la ejecución de este último en 1601.
Sir Walter Raleigh introdujo el tabaco en Inglaterra, pero también
la patata, desde el Nuevo Mundo, abominaba, sin embargo, el alcohol.
El favorito de la llamada Reina Virgen incluso llegó a escribir un
tratado poco conocido, que sale a subasta próximamente, en el que advertía a su
hijo y a las generaciones futuras de que el consumo de esa bebida
"transforma al hombre en una bestia".
Para Raleigh, el alcohol es "un vicio infeccioso" que
destruye la salud y conduce al envejecimiento prematuro. Esas advertencias, que
no parece que hayan tomado muy en serio sus compatriotas, están contenidas en
un libro muy raro que subastará el próximo 2 de abril en Londres la casa
Bonhams. El ensayo, "Instrucciones a su Hijo y a la Posteridad", forma
parte de un volumen titulado "Instrucciones para la Juventud, los
Caballeros y los Nobles", escrito por Raleigh y otros autores, pero que no
se publicó hasta 1722. Raleigh escribe que el vino "hace despreciable a un
hombre, le envejece prematuramente y hace que lo menosprecien todos los hombres
sabios y valiosos".
En 1600 sir Walter Raleigh fue nombrado gobernador de la isla de
Jersey, pero la muerte de Isabel I en 1603 le hundió, ya que no contó con las
simpatías del sucesor, Jacobo I. Raleigh fue encerrado por segunda vez en la
Torre de Londres, de donde no salió hasta 1616 para dirigir un viaje a América
que resultó un desastre. En 1618 murió decapitado por orden real.
UN HÉROE
ROMÁNTICO
A la edad de 28 años, Walter Raleigh era un hombre joven muy bien
parecido, alto, guapo, de porte elegante, con cierto aire de autoridad y viril.
Recién llegado de Irlanda, hacía su aparición en la corte de la reina Elizabeth
I, de entonces 48 primaveras; a decir de testigos oculares, tenía todas las
cartas para seducir a la madura soberana y supo conquistarla figurando como un
perfecto cortesano de la "Era Isabelina". No le faltaba ambición,
inteligencia y buenos apoyos entre los personajes más influyentes de la corte
británica. Era un hombre que se había hecho a sí mismo.
Nuestro seductor se convierte, finalmente, en el favorito en alza
de Su Graciosa Majestad. Cuenta la leyenda que Walter Raleigh tiró su capa
sobre el camino encharcado a modo de alfombra para que la soberana no se
manchase de barro los pies.
La reina, siempre coqueta y enamoradiza, le nombra entonces capitán
de su guardia y obtiene más tarde 42,000 acres de tierra en Irlanda al término
de la famosa "Conspiración de Lord Babington", convirtiéndose en
dueño y señor de la localidad irlandesa de Youghal. La influencia de Raleigh se
hace entonces patente cuando intercede en favor del sobrino del Lord Tesorero
Lord Burghley, el Conde de Oxford. Aquel gesto le aporta el sólido respaldo del
clan Cecil, muy influyente en la corte isabelina. Raleigh figurará en todos los
desplazamientos de la corte itinerante de la soberana: Hampton Court Palace,
Nonsuch Palace, Greenwich Palace,... Para disfrute de la reina, Raleigh
organiza memorables fiestas acuáticas en el Támesis. En 1583, Elizabeth I le
cubre de honores y regalos, le concede el palacio de Durham (residencia
palatina de los antiguos obispos de Londres) a modo de residencia londinense.
Se sabe que lleva un tren de vida fastuoso: come en vajilla de plata y tiene a
su disposición nada menos que 30 criados con librea a sus armas y adornados con
cadenas de oro.
Pero Raleigh tendrá que hacer frente al inesperado retorno del
Conde de Leicester, quien siente por él tremendos celos. Para contrarrestar el
ascenso de Walter Raleigh, Leicester introducirá en la corte a su hijastro,
Robert Devereux, Conde de Essex, convirtiéndolo en su principal rival en el
corazón de la soberana. Despechado, Walter se dedica a amasar una escandalosa
fortuna: se hace con el monopolio de la exportación de tejidos de Londres y, en
1584, monopoliza el negocio del vino, sacando además pingües beneficios al
fletar barcos que le dan la fabulosa suma de 10.000 Libras.
A pesar de la presencia del Conde de Essex como gran rival de
Raleigh, un embajador de Pomerania en la corte británica anotó que en aquella
época, la soberana declaró abiertamente amar por encima de todos a su estimado
Walter Raleigh.
Como prueba de su enamoramiento, Elizabeth I ordenó caballero a Sir
Walter Raleigh en 1585, tras fundar éste una colonia en las Américas, colonia
que bautizó "Virginia" en honor a su reina, "la Reina
Virgen". De hecho, fue gracias a las indicaciones del navegante portugués
Simón Fernández y a la segunda expedición de Sir Humphrey Gilbert en costas
americanas, que se debe la colonización de Virginia. Gilbert falleció cerca de
las Azores, a bordo del "Squirrel"... Desde su residencia londinense
de Durham House, Walter Raleigh planeó la tercera expedición junto con John Dee
y Thomas Harriot. Embarcó en mayo de 1584 y divisó las costas de Florida en
julio del mismo año. Fundó en la Isla de Roanoke, la primera colonia inglesa y
volvió sano y salvo de Virginia, para dar parte a la soberana de su nueva
colonia.
MATRIMONIO
SECRETO
Lady Elizabeth "Bess" Throckmorton, tenía 19 años cuando
apareció por vez primera en la corte de Elizabeth I. Era hija de Sir Nicholas
Throckmorton, embajador de Inglaterra en París y hermano de un influyente
cortesano. Bess era una joven inteligente, de carácter fuerte, apasionada y
valerosa cuando cayó entre los brazos de Sir Walter Raleigh, de entonces 40
años. La relación amorosa se tradujo en un embarazo accidental que obligó a Raleigh
a contraer matrimonio con ella, en el más absoluto secreto. Se ha de decir que
de ella quedó perdidamente enamorado y que ocultó su situación a la soberana
para evitarle el disgusto. Y, como si nada hubiese ocurrido, Sir Walter volvió
a sus deberes en calidad de vice-almirante a bordo del "Revenge",
bajo la dirección de Lord Thomas Howard, en una expedición destinada a
interceptar los galeones españoles que transportaban tesoros desde las colonias
de Perú y México a España. Para recompensar sus esfuerzos, la reina le donó en
propiedad el castillo de Sherborne, en el condado de Dorset, junto con la
próspera finca de Willscombe Manor, confiscados al obispo de Bath y Wells, que
había contraído un matrimonio secreto sin permiso real.
La joven esposa de Raleigh no pudo, durante mucho tiempo, esconder
su estado de buena esperanza y parió a un niño que fue inmediatamente entregado
a una nodriza, para reincorporarse a su puesto de dama de honor de la reina.
Cuando Sir Walter volvió de su última incursión marina, se las arregló para que
su hijo y la nodriza fuesen instalados en Durham House. Desgraciadamente, su
secreto fue descubierto y aireado el 31 de mayo de 1592. La reina no había dado
su permiso y, furiosa, ordenó el arresto de Raleigh. Exigió que la pareja le
rogase el perdón y le pidieran su gracia, pero éstos rehusaron semejante
humillación pública y cayeron en desgracia. Elizabeth I les ordenó abandonar la
corte y fueron alejados durante cinco años de cualquier punto frecuentado por
la corte, tras sufrir ambos una estancia entre los fríos y húmedos muros de la
Torre de Londres.
Pese a la caída en desgracia, fruto de la inflexibilidad de la
soberana, Sir Walter Raleigh y Bess tan solo se vieron vetados a ser admitidos
en la corte; conservaban Durham House, en Londres, y el castillo de Shelborne,
en Dorset, amén de los monopolios mercantiles. Quizás fuesen marcados por la
vergüenza, pero no se encontraban arruinados ni mucho menos. Puede que lo peor
fuera que Elizabeth I dispusiera que los esposos fuesen separados y destinados
a dos exilios distintos y lejanos el uno del otro.
De todos modos, Raleigh siguió estando en servicio activo y fue
destinado a Dartmouth por Lord Burghley, para intervenir en el reparto del
botín del "Madre de Dios", un galeón de 1,600 toneladas y con 800
personas a bordo, y con un valor calculado en 500,000 Libras. A raíz de la
exitosa captura, Bess Throckmorton fue liberada de su celda de la Torre de
Londres, y obtuvo permiso para reunirse con su esposo en el castillo de
Sherborne.
El primer hijo nacido de la pareja, falleció prematuramente en la
cuna. Pero nuevamente preñada, Bess dió a luz, en 1593, a otro hijo varón
también llamado Walter, como su padre y su abuelo. El mismo año, Raleigh
ordenaba la edificación de un pabellón de caza en las inmediaciones de su
castillo de Sherborne, bautizado como "Sherborne Lodge"; aunque, más
que un pabellón, el edificio adquirió mayores proporciones hasta convertirse en
una digna mansión de un caballero en el más puro estilo isabelino. Sir Walter
planeaba retirarse del escenario público como un terrateniente de vida
apacible, rodeado de todas las comodidades inherentes a su rango de caballero.
POEMAS
INCLUSO ASÍ
ES EL TIEMPO…
Incluso así es el Tiempo, a quien confiamos
Nuestra dicha, y juventud, y nuestro todo,
Y no nos paga más que en polvo y años;
Que, en el negro y silencioso lodo,
Con todos los caminos ya vagados,
La historia cierra de nuestro albedrío:
Y de cuya tierra y tumba y polvo
El Señor habrá de alzarme, confío.
¿QUÉ ES
NUESTRA VIDA?
¿Qué es nuestra vida? Una obra
de pasión,
Nuestras risas, la música de las
escenas;
los vientres de nuestras madres los
camerinos
donde nos vestimos para esta breve
comedia;
El cielo, juicioso y severo
espectador,
sentado apunta a quien se equivoca
Nuestras tumbas, que nos esconden del
sol que va en nuestra busca
son el telón que se cierra al
terminar la obra:
Así partimos, actuando, hacia nuestro
último descanso
Solo que morimos en serio, eso no es
broma
EL AMANTE
SILENCIOSO
PART I
Las
pasiones se parecen más a torrentes y corrientes:
El murmullo
no es muy hondo, pero las profundidades son mudas;
Asi, cuando
el afecto cede el paso al discurso, parece
Que el
fondo no es más que el abismo de donde vienen.
Ellos que
son pródigos en palabras, en las palabras descubren
Que son
pobres en aquello que los convierte en amantes.
PART II
No
confundas, dulce emperatriz de mi corazón
el mérito
de la verdadera pasión,
pensando
que él no siente dolor,
que no pide
compasión.
El silencio
en el amor delata más aflicción
Que las
palabras, aunque nunca es tan ingenioso:
Un mendigo
que es mudo, ¿sabes?,
Debe
desafiar un doble sufrimiento
Entonces no
confundas, prenda de mi corazón,
Mi
verdadera, aunque secreta pasión;
El siente
más que oculta su sentir,
Y no pide
compasión
THE OCEAN
TO CYNTHIA
Al igual que toda la poesía de Raleigh, El
Océano de Cynthia se dirige a la Reina y refleja su posición en su favor en el
momento.
Hay evidencia de que Raleigh y Elizabeth
intercambiaron poesía original, como medio de comunicación y como un método de
endulzar el cortejo perpetuo que la reina exigió a sus cortesanos.
Poemas que datan de los primeros días de
Raleigh en la corte están escritos en el modelo petrarquista desde el punto de
vista de un amante de la adoración, a la que la reina a veces responde con
versos de su propia. No es de extrañar, entonces, que la poesía era el método
que Raleigh escogió, en su intento de apaciguar a la reina después del
descubrimiento de su matrimonio secreto.
“The Ocean to Cynthia” fue escrito para
complacer a la reina, pero también es una expresión de la frustración y la ira de
Raleigh en la prisión, la súplica de un cortesano de misericordia a su reina,
la súplica de un pretendiente rechazado a su objeto de amor.
ORACIÓN DE ELIZABETH I
He pecado Padre,
He pecado contra el
cielo y a tu vista, y no soy digna de tu misericordia, porque no cumplí con tu
alianza y no respete tu ley.
Te he abandonado, oh
Dios mi Creador y me aparté de ti, mi Salvador.
POEMA DE ELIZABETH I
(Gótico)
(Gótico)
Sufro sin enseñar mi descontento,
Y amo, aunque deba aparentar odio.
No me atrevo a expresar mis sentimientos,
Parezco muda, aunque por dentro hablo.
Soy y no soy, en llamas me congelo,
Pues he dejado de ser yo, no soy más mía.
Este dolor es como mi sombra,
Me sigue al vuelo y vuela si la sigo,
Me acompaña y hace lo que hago,
Y me aflige su pena, que comparto.
No hay manera de alejarla de mi pecho
Hasta que el fin de las cosas la destierre.
Insúflame una pasión más tierna
Pues blanda soy, nieve derretida,
O sé cruel, amor, y así sé amable:
Deja que flote o permite que me hunda.
Hazme vivir con un dulce deleite,
O déjame morir para que olvide que he amado.
Y amo, aunque deba aparentar odio.
No me atrevo a expresar mis sentimientos,
Parezco muda, aunque por dentro hablo.
Soy y no soy, en llamas me congelo,
Pues he dejado de ser yo, no soy más mía.
Este dolor es como mi sombra,
Me sigue al vuelo y vuela si la sigo,
Me acompaña y hace lo que hago,
Y me aflige su pena, que comparto.
No hay manera de alejarla de mi pecho
Hasta que el fin de las cosas la destierre.
Insúflame una pasión más tierna
Pues blanda soy, nieve derretida,
O sé cruel, amor, y así sé amable:
Deja que flote o permite que me hunda.
Hazme vivir con un dulce deleite,
O déjame morir para que olvide que he amado.
MENSAJE DE SAINT GERMAIN
FRANCIS BACON Y LA REINA ISABEL I DE INGLATERRA
FRANCIS BACON Y LA REINA ISABEL I DE INGLATERRA
Hay una excelente
canalización que dio el Maestro Saint Germain a través de Claire Heartsong en
donde habla acerca de su vida como Sir Francis Bacon, él dijo: [Allison
Heartsong posa aclarando las preguntas a St. Germain.]
Maestro Saint Germain: "En efecto, mi madre fue la Reina de Inglaterra
[refiriéndose a la Reina Isabel I (1.533-1.603), hija de Enrique VIII] quien
fue la personificación de la colonización de las naciones, lo que era parte de
su memoria del alma de 'guerra de las galaxias'.
En efecto bienamados,
es verdad.
La Reina Isabel fue
una de gran cabello arrebolado, para estar por seguro, con un gran corazón y
gran mente y una gran visión y un gran entendimiento.
Ella me concibió como
soy yo y me envió a otra familia, la casa de los Bacons, en donde me volví
bastante jabalí" [el jabalí fue uno de los códigos de firma de Francis
Bacon.]
Allison Heartsong: “De manera que Ud.
está confirmando que Francis Bacon fue el hijo de la Reina Isabel quien dio a
su hijo a una de las damas de cabecera. [Francis Bacon fue un filósofo
Renacentista Inglés (1.561-1.626 (?)]
Maestro Saint Germain: "Seguro."
Allison Heartsong: ¿Y así que Ud. llegó a ser Francis Bacon?
Maestro Saint Germain: "Bastante camorrista, para serlo de seguro y no aburrido
del todo. Conseguí para mí las formas de impresionar en los altos lugares y una
manera de ser bastante ingeniosa con la verborrea.
Sin embargo Ud. saben
mis bienamados, en lo profundo de mi alma estaba un saber de quién era yo y del
diseño de mi venida. Los milagros ocurrieron, las apariciones y 'los encuentros
de la clase cercana'. Sin embargo que era aún un joven, me hice saber como
Francis Bacon del saber de los antiguos y de donde había ocultado ciertos
tesoros. Sí que los encontré todos esos, lo cual era bastante excitante —abrir
la caja de mí mismo, la cápsula del tiempo, y llegar a completar la ascensión
en esa vida.
Representé o fingí la
muerte (de Francis Bacon), eso aún tiene a algunos rascándose la cabeza, y
continué en trabajar sobre el escenario Europeo con una gran visión de la
unión, una gran visión para seguir los pasos de Ése que fue mi hijo, Aquel
quien Uds. llaman Jesús."
Allison Heartsong: Como lo entiendo, ¿está Ud. diciendo que aún durante su juventud
como Francis Bacon Ud. llegó a estar conciente de la memoria del alma,
incluyendo su vida como José?
Maestro Saint Germain: "Seguro, no solo de la memoria del alma, bienamada, sino
de eso que yo había enterrado en una variedad de diferentes lugares, registros
reales tangibles que yo había colocado para mí para un tiempo después."
Allison Heartsong: Así que en a mitad de su vida como Francis Bacon, Ud. tiene
conciencia de que tuvo estas vidas previas y tuvo conciencia de su misión,
¿incluyendo a los Estados Unidos de América?
Maestro Saint Germain: "Seguro, a lo que el planeta iba, el cambio del
entendimiento Pisceano al Acuariano y a la Era de Dios."
Allison Heartsong:...que estaba Ud.
colocando la fundación para ese cambio.
Maestro Saint Germain: "Sí, quemaba brillantemente dentro de mí. Estaba con la
antorcha de la pasión de ella y así estaba en aquella que era mi compañera,
cuyo nombre era Portia."
Allison Heartsong: Y entiendo sí que quiere decir que al final de la vida de
Francis Bacon una ascensión o expansión de la conciencia al nivel séptimo
ocurrió que no involucró la muerte física y la reencarnación en el cuerpo, sino
simplemente fingir una falsa muerte y entierro para que Ud. pudiera continuar
como la encarnación de Francis Bacon ahora ascendido como un maestro ascendido
de séptimo nivel ¿y que Ud. se trasladó a Europa para continuar como St.
Germain?
Maestro Saint Germain: "Seguro."
Allison Heartsong: ¿Cuánto tiempo aproximadamente pasó desde cuando fingió la
muerte artificial de Francis Bacon y se trasladó de Inglaterra al continente
Europeo, a antes de su encuentro con Portia?
Maestro Saint Germain: "Antes nos conocíamos en uno al otro."
Allison Heartsong: ¿Estaba ella en una encarnación física o en una etérea..?
Maestro Saint Germain: "En una encarnación. Sabíamos —ella sabía mejor que yo—
sabíamos que el propósito de la ascensión era para la Unión."
Allison Heartsong: Quiere decir que mientras estaba viviendo la vida de Francis
Bacon, ¿conoció Ud. a Portia?
Tomado de:
http://es.wikipedia.org/wiki/Robert_Dudley,_I_conde_de_Leicesterhttp://www.portalplanetasedna.com.ar/isabel1.htm
http://retratosdelahistoria.lacoctelera.net/post/2008/04/05/robert-dudley-conde-leicester-1533-1588
http://www.actosdeamor.com/quiensaintgermain2.htm
http://carolbjca.blogspot.pt/2008/12/elizabeth-i-de-inglaterra-y-la-poesa.html
http://www.muyinteresante.es/historia/articulo/walter-raleigh-1552-1618
http://classicgrandtour.com/?s=walter+raleigh
http://classicgrandtour.com/?s=walter+raleigh
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