sábado, 7 de julio de 2012

Historia de una Reina, Amor y Secretos...


REINA ELIZABETH I
DE INGLATERRA


La reina que cambio la historia de su país y de Europa, nació en Greenwich el 7 de Septiembre del 1533, hija de Enrique VIII y de Ana Bolena y justamente por esa razón, pocas semanas después de la ejecución de la madre acusada de adulterio, el 1º de julio del 1536, fue declarada ilegitima. Transcurrió la mayor parte de su infancia junto con el hermanastro Eduardo, en Chelsea, en la casa de Caterina Parr sexta mujer de su padre, recibiendo una muy buena educación que conllevaba el aprendizaje del latín griego, italiano y francés. Su salud fue enfermiza desde la infancia. La actitud prudente que Isabel tuvo durante el reino de su hermana María (llamada la Sanguinaria, Bloody Mary), la salvo de fáciles retorsiones y cuando subió al trono en el noviembre del 1558 fue aclamada por todas las facciones y por los ciudadanos.

Tenía solamente 25 años, una mujer de media estatura, una gran melena pelirroja y unas manos (cuentan los cronistas de la época) muy bonitas. Tenía un temperamento fuerte y volitivo que la ayudaba a superar sus precarios estados de salud.

Durante su primer año de reino, Isabel logro arreglar los negocios religiosos ingleses de muchos años heredados por el padre y adopto una previsora política exterior que se caracterizaba por dos aspectos: exploraciones y fundaciones de las primeras colonias ingleses y guerra contra España.

Su largo reino (45 años) vio surgir y afirmarse no solamente el poder económico inglés, sino también una nueva vida del espíritu.

La invocación de God save the Queen (Dios salva la Reina) se repetía con plena convicción por los súbditos de cada clase social y la sinceridad de su devoción no requería ulteriores pruebas. Pocas veces en la historia una reina había sabido conquistarse el cariño y la admiración de un pueblo, gracias a sus cualidades personales y sin empujar con ningún tipo de fanatismo.

La joven Isabel conoció el horror de la segregación en las tétricas celdas de la Torre de Londres, el exilio forzado en los castillos, las acusaciones sin motivos de conspirar contra el Estado y muchas más persecuciones, incluidos los últimos momentos de terror que uno vive antes del  patíbulo.

Pero cuando Isabel subió al trono de Inglaterra, no quiso actuar con las venganzas, nunca paso de decepcionar el pueblo, ni se retiro después de haber tomado una decisión y supo esperar el momento oportuno para actuar o no actuar de ninguna manera. Dedico toda su vida a Inglaterra y nunca una nación tuvo una soberana tan devotamente sometida. Ella misma amaba definirse a menudo “la Reina Virgen” y no perdió ocasión para recordar a todos que había renunciado a las joyas del amor para pertenecer solo y exclusivamente a Inglaterra.

Sobre la justicia, justo ella que había tenido que defenderse de las injusticias, no se negó a aprender desde el mismo pueblo, también de la parte más hostil.


La corona le fue ceñida en un período pleno de circunstancias adversas para su reino: otros pretendientes al trono conspiraban contra ella; a los grandes enfrentamientos religiosos se sumaba la debilidad económica del Estado; y para colmo, Inglaterra se hallaba envuelta en una sangrienta guerra con Francia. Por eso, en un primer momento, se evaluó la conveniencia de un enlace matrimonial con el viudo Felipe II, de quien se dice que estaba enamorada, enlace que fortalecería el papel de ambos países en el ámbito europeo. Pero la casi pactada unión se frustró porque, según los informes presentados al rey católico, Isabel tenía algo que la incapacitaba para el matrimonio, posiblemente una malformación genital, lo que motivó el rechazo español a la proposición inglesa.

Quizá también de resultas de la comprobación de su estado físico, fue que Isabel declaró ante el Parlamento, que deseaba verla casada y con descendencia, que era su firme propósito el de permanecer soltera. Y el logro de tal decisión fue lo que condujo a que esta reina fuera llamada la Reina Virgen, lo que en realidad no parece haber sido cierto a pie juntillas, ya que se comentaba que otorgó su “íntimo afecto” a buen número de favoritos (entre los que se destacan Robert Dudley, primer conde de Leicester, sir Walter Raleigh y Robert Devereux, segundo conde de Essex).


Era el tal Robert un mozo apuesto, siempre vestido con lujo a la última moda, bravo duelista, hábil jugador de pelota, amante del arte y buen tañedor de laúd, es decir, un perfecto cortesano. Aunque Isabel negó toda relación íntima por él, lo cierto es que lo había hecho su caballerizo mayor, cargo que le permitía gran familiaridad con ella; le había asignado habitaciones muy cercanas a las suyas, y a las que acudía a cuidarlo si enfermaba; lo colmaba de gracias y de regalos; se entristecía claramente cuando él se alejaba, y le hacía tremendas escenas de celos. Por tanto, no era extraño que se lo considerara su amante.
Pero si Dudley pretendía llegar al casamiento con la reina debía desembarazarse de un serio obstáculo: su esposa. Y paradójicamente, ésta murió al caer por una escalera. Isabel se negó a creer en un crimen de su favorito pero, toda intención de boda, si la hubo, quedó trunca. Ella manifestó: “Se ha dicho que sólo amaba a Sir Robert Dudley porque estaba casado, pero ahora no lo está y yo no me caso tampoco. Y hasta pretendió, tiempo después, hacerlo casar con su prima María Estuardo, entonces reina de Escocia. Y quizá para consolarlo por el rechazo de aquélla, lo hizo conde de Leícester. Le guardó siempre un rinconcito en su corazón, ya que tras la muerte del favorito, guardó, entre lágrimas, un papel doblado en un precioso cofrecito, encabezándolo: “Su última carta”.



ROBERT DUDLEY
CONDE DE LEICESTER


Primer conde de Leicester, fue el favorito de la reina Isabel I de Inglaterra durante gran parte de su reinado.

Fue uno de los hijos menores de John Dudley, duque de Northumberland, quien fue condenado a muerte por intentar poner en el trono a Lady Jane Grey. Estuvo en prisión junto con su padre en 1553, aunque fue indultado por la reina María I Tudor, quien le asignó el cargo de Maestro de Ordenanza o jefe del estado mayor. Luego de la muerte de la reina María, llegó a ser el favorito y posiblemente el amante de la reina Isabel, quien querría casarle por muchos años. La reina, entre otras muestras de afecto, le otorgó el título de Conde de Leicester en 1564.




ROBERT DUDLEY Y ELIZABETH I


Algunos de sus contemporáneos afirmaron que Robert había nacido el mismo día y el mismo año que la reina Elizabeth I. Recientes cálculos dan que habría nacido el 24 de Junio de 1532, lo que contradice la fecha oficial de su año de nacimiento de 1533.

Robert conoció por vez primera a la princesa Elizabeth cuando tenía 8 años de edad, quizás cuando estudiaba junto a los príncipes en las clases impartidas en la corte. Fue el inicio de una excelente amistad que marcaría para siempre sus vidas. Robert era un chico inteligente, lo que debió de agradar a la intelectual Elizabeth, pero tenía poco interés por los clásicos. Educado como el resto de sus hermanos por el prestigioso John Dee (ver su biografía en el "Archivos"), su pasión eran las matemáticas, la astronomía y la astrología. Fue también un hábil jinete. Acerca de su relación de infancia con Elizabeth, afirmó al final de su vida que Elizabeth, ya desde sus 8 años, había afirmado que nunca se casaría.

El 4 de junio de 1550, Robert fue casado con Amy Robsart, la hija de Sir John Robsart de Syderstone, un noble terrateniente del condado de Norfolk. Los jóvenes novios, aún menores de edad, no se casaban obviamente por amor sino por intereses paternos. Amy Robsart era, de hecho, una rica heredera y esa boda interesaba de sobremanera a los padres de Robert, interesados en brindarle así una fortuna y una posición para asegurarle una vida acorde con su rango, a sabiendas que él no era el hijo primogénito y que, por ello, no le pertenecía heredar algún día de los títulos y posesiones de su padre.

A la boda asistieron la princesa Elizabeth y su hermano el rey Eduardo VI.


Cuando Elizabeth I accedió al trono en 1558, al fallecer su medio-hermana María I, la fortuna se hizo más benévola con Dudley.

Fue nombrado Caballerizo Mayor de la Reina, prestigioso cargo en la corte que requería un nutrido personal a sus órdenes para servir a la soberana, supo estar a la altura de su nombramiento organizando hasta el más nimio detalle de las apariciones públicas de ésta, o para su distracción personal. A eso se añadía que ambos gustaban de lo mismo: la música y el teatro. El entendimiento era tal que se hizo obvio que Robert Dudley se había convertido en el favorito de la nueva reina de Inglaterra. Supo recompensar su lealtad y su enorme sacrificio durante los tiempos difíciles, colmándole de títulos, propiedades y prebendas, sin contar con las generosas sumas de dinero que le fueron regaladas.

Sir Robert Dudley se había convertido en el favorito por excelencia de Elizabeth I, en su enamorado, en su caballerizo mayor, en su confidente, en su amigo y en su amante. A pesar de la meteórica ascensión de Dudley, éste nunca perdió las formas respecto a la soberana, ni olvidó el respeto con que debía tratarla, por muy enamorados que estuviesen ambos. La reina era la reina, antes que la amante y la amiga.
En la corte, sus enemigos le apodaban "el Gitano" por su apariencia latina, al tener los cabellos y los ojos negros. Mucho más amable, Elizabeth I le llamaba "two-eyes" (dos ojos). Se atrajo la antipatía de muchos por ser demasiado arrogante.
Ingenuo, amó durante toda su vida a la reina, con la que hubiese deseado casarse, y pese a los repetidos rechazos, seguía igualmente enamorado de ella.

Sus pretensiones matrimoniales no podían, obviamente, llevarse a cabo dado que ya estaba casado con Amy Robsart desde 1550. Su esposa se había convertido en un obstáculo insalvable en sus propósitos. Las circunstancias que rodearon la súbita y extraña muerte de su esposa en la mansión de Cumnor Place (cayó por las escaleras, rompiéndose el cuello), hicieron caer sobre Robert la pesada losa de la sospecha y muchos dedos apuntaban hacia él. Durante años, la gente estuvo convencida de que él había orquestado el fatal accidente de su mujer, para así deshacerse del único obstáculo que le impedía casarse con la reina Elizabeth I.

Se decía que a Amy Robsart se le había diagnosticado un cáncer de mama, un mal incurable que entrañaba una lenta y dolorosa muerte, y que por esa razón optó suicidarse antes que padecer una horrible agonía.

En cualquier caso, esa muerte acabó por hundir las esperanzas de Robert de poder matrimoniar con la reina. Elizabeth I no podía cometer semejante error ya que, de haber aceptado casarse con él, se habría visto envuelta en ese escabroso asunto y la gente habría pensado que ella también tenía algo que ver con la muerte de Amy Robsart. A eso se sumaba el odio que suscitaba la figura de Robert Dudley, al monopolizar el favor de la soberana. De haberse casado la reina con él, sin duda hubiese estallado una rebelión contra su autoridad.

A pesar de todo esto, el ingenuo Robert permaneció en la vana esperanza de acabar matrimoniando con Elizabeth I, y ésta mantuvo la llama viva durante años sin por ello dar el "si". La prueba la tenemos en que Robert no se volvió a casar hasta el año 1578, cuando finalmente se percató de que la reina jamás iba a casarse con él.

En 1562, Elizabeth I le había nombrado miembro del Consejo Privado de la Corona a pesar de la oposición de los demás miembros (octubre de 1562), y expidió a su favor las cartas patentes por las cuales le nombraba 1er barón de Denbigh -28 de septiembre- y 1er conde de Leicester -29 de septiembre de 1564-. Convertido en par del reino, ingresó en la Cámara de los Lores.

En 1575, durante los fastuosos festejos ofrecidos en el castillo de Kenilworth, en Warwickshire, Robert hizo su última pedida de mano a la reina. Como en años anteriores, la soberana le contestó con un rotundo "no".

En 1585, Leicester estuvo al mando de las fuerzas británicas destinadas en los Países-Bajos cuando éstos se habían sublevado contra la autoridad de Felipe II de España. La misión de Leicester era acudir en ayuda de los rebeldes holandeses. Permaneció allí hasta 1587, regresando a Inglaterra cuando estallaba el asunto de la conspiración de Lord Babington, en la cual se hallaba involucrada la ex-reina María I de Escocia en 1586-87. Leicester estuvo presente cuando María I de Escocia fue ejecutada en Fortheringay.
La misión de Leicester en los Países-Bajos no fue particularmente brillante y, cuando regresó a la corte, le llovieron las críticas por sus acciones. El descontento de Elizabeth I se hizo bastante palpable cuando le recibió sin mediar palabra, y con una frialdad tremenda. Ni siquiera le soltó una palabra amable para darle gracias por sus esfuerzos en las Provincias Unidas.

A pesar del sonado fracaso de Leicester, que sus enemigos se complacían en exagerar a ojos de la reina (su única valedora), en 1588 ésta le dió a cargo la dirección del ejército de tierra en el momento en que España lanzaba contra Inglaterra su famosa Armada, y organizó personalmente la visita de Elizabeth I a Tilbury. En aquellos momentos, Leicester andaba desmejorado y con molestias que daban señales de una fatiga y desgaste físico visibles.

Después de la estrepitosa derrota de la Armada Española ante las costas inglesas, Leicester tenía intenciones de tomarse un descanso y hacer una cura de aguas termales en Buxton, pero no tuvo tiempo de ir. Falleció en su casa de Oxfordshire el 4 de septiembre de 1588.

Elizabeth I acogió la noticia de su muerte de la peor manera. La pérdida de su amigo y compañero, con el cual se había encerrado a solas en sus aposentos durante horas y días, la sumió en una enorme tristeza. Durante todos aquellos años, la reina había guardado celosamente, como oro en paño, todas las cartas que Leicester le había escrito, bajo llave y en su joyero. En los 15 años restantes que le quedaban a la soberana, leyó y releyó incansablemente sus cartas. Hasta en el momento de su muerte, Elizabeth I siempre llevó encima un medallón de oro y pedrerías con el retrato en miniatura de su queridísimo Robert.
Dicen que sus enemigos, que se alegraron mucho de la catástrofe de la Armada, no lo festejaron con tanto ruido que cuando se enteraron que Robert Dudley había muerto. 



Para ver la historia:
http://www.youtube.com/playlist?list=PL30315BFE6D839440&feature=plcp




¿SECRETO GUARDADO?
ELIZABETH Y ROBERT

La reina Isabel se embarazó  de Robert Dudley, Lord Leicester que hicieron una boda secreta.

Francis Bacon nació después de esa boda, nacimiento que también fue mantenido en secreto porque ella quería seguir manteniendo  su reputación de “Reina Virgen”.

A la vez  si la Reina reconocía su matrimonio públicamente, tendría que ceder parte del poder  al ambicioso Leicester. Más aún, también temía que la gente  prefiriera  a un heredero varón que a ella, por lo cual  habría que redimensionar los dominios reales, y como ella era también muy ambiciosa, prefirió negar públicamente su hijo, bajo pena de muerte si exigía  o adoptaba su verdadera identidad.

Francis fue criado como hijo adoptivo de Sir Nicholas  y Lady Annie Bacon.

Recién a los  quince años se enteró por su propia madre su verdadero origen, al mismo tiempo que le negaba para siempre su legítima herencia: el reino de  Inglaterra, en pocos minutos se desmoronó su estructura familiar.

Francis Bacon debió ser Francis I Rey de Inglaterra.

Francis Bacon, fue una de las encarnaciones del Maestro Saint Germain. 




WALTER RALEIGH Y ELIZABETH I


Explorador, soldado, cortesano, parlamentario y poeta, Walter Raleigh es una de las figuras más carismáticas de la época Tudor. Nació en 1552 en Devonshire, al sur de Inglaterra, hijo del hidalgo campesino Walter Raleigh de Fardell. A los 17 años se marchó a Francia para luchar en el bando hugonote en las guerras de religión. En 1573 volvió para estudiar leyes en Oxford y Londres, donde se familiarizó con el ambiente de la corte y de los intelectuales, pero la vida soldadesca le tiraba demasiado y en 1577 se fue a los Países Bajos a combatir por Guillermo de Orange.

Su carrera en la piratería empezó al año siguiente, cuando fletó un barco y se marchó a los establecimientos ingleses de América con su hermanastro sir Humphrey Gilbert con el objetivo primordial de capturar galeones españoles. No tuvieron mucha suerte. En 1580 volvió a Londres y con el apoyo de los condes de Leicester y de Oxford se puso al mando de una compañía de infantería con la que se fue a luchar contra los rebeldes irlandeses de Munster; allí sofocó la revuelta empleándose con gran crueldad, y se ganó el favor de la corte de Westminster.
A partir de 1582 empezó a recibir pensiones, honores y cargos de manos de Isabel I, entre ellas la posesión de la residencia principesca de Durham House. Fueron años boyantes como favorito, capitán de guardias de la reina y vicealmirante, pero su fracasada empresa pirata le había dejado el gusanillo de la aventura en el Nuevo Mundo.

En 1584 obtuvo un permiso real para explorar tierras ¡paganas! que no perteneciesen a ningún Rey cristiano. Su idea era colonizar Norteamérica para torpedear los intereses de España y de paso beneficiarse de las riquezas del nuevo continente. El proyecto cristalizó en la exploración de la costa norteamericana y la colonización de Virginia, de cuyo viaje Raleigh traería clandestinamente el tabaco a Europa, quitando así el monopolio a los españoles.

Él también se creyó la leyenda de El Dorado.

En sus expediciones a América del Sur, tras luchar en 1588 contra la Armada Invencible, no le fue demasiado bien. En 1594 conoció en la isla de Trinidad a un aventurero español al que sonsacó información sobre la posible ubicación en Guayana de la legendaria ciudad de El Dorado. De vuelta a Inglaterra escribió un libro sobre el tema y se puso a preparar la aventura. Durante el viaje camino de Guayana, iniciado en 1595, pasó por Fuerteventura, donde desembarcó, hizo acopio de agua, robó ganado y capturó dos barcos, uno cargado de armas de fuego y otro de vino. De vuelta a Europa participó en una expedición contra Cádiz (1596), donde resultó gravemente herido, y en 1597 se apoderó de Faial, en las Azores, lo que le llevó a enfrentarse con el conde de Essex. Su mutua enemistad sólo terminó con la ejecución de este último en 1601.

Sir Walter Raleigh introdujo el tabaco en Inglaterra, pero también la patata, desde el Nuevo Mundo, abominaba, sin embargo, el alcohol.
El favorito de la llamada Reina Virgen incluso llegó a escribir un tratado poco conocido, que sale a subasta próximamente, en el que advertía a su hijo y a las generaciones futuras de que el consumo de esa bebida "transforma al hombre en una bestia".
Para Raleigh, el alcohol es "un vicio infeccioso" que destruye la salud y conduce al envejecimiento prematuro. Esas advertencias, que no parece que hayan tomado muy en serio sus compatriotas, están contenidas en un libro muy raro que subastará el próximo 2 de abril en Londres la casa Bonhams. El ensayo, "Instrucciones a su Hijo y a la Posteridad", forma parte de un volumen titulado "Instrucciones para la Juventud, los Caballeros y los Nobles", escrito por Raleigh y otros autores, pero que no se publicó hasta 1722. Raleigh escribe que el vino "hace despreciable a un hombre, le envejece prematuramente y hace que lo menosprecien todos los hombres sabios y valiosos".

En 1600 sir Walter Raleigh fue nombrado gobernador de la isla de Jersey, pero la muerte de Isabel I en 1603 le hundió, ya que no contó con las simpatías del sucesor, Jacobo I. Raleigh fue encerrado por segunda vez en la Torre de Londres, de donde no salió hasta 1616 para dirigir un viaje a América que resultó un desastre. En 1618 murió decapitado por orden real.



UN HÉROE ROMÁNTICO


A la edad de 28 años, Walter Raleigh era un hombre joven muy bien parecido, alto, guapo, de porte elegante, con cierto aire de autoridad y viril. Recién llegado de Irlanda, hacía su aparición en la corte de la reina Elizabeth I, de entonces 48 primaveras; a decir de testigos oculares, tenía todas las cartas para seducir a la madura soberana y supo conquistarla figurando como un perfecto cortesano de la "Era Isabelina". No le faltaba ambición, inteligencia y buenos apoyos entre los personajes más influyentes de la corte británica. Era un hombre que se había hecho a sí mismo.

Nuestro seductor se convierte, finalmente, en el favorito en alza de Su Graciosa Majestad. Cuenta la leyenda que Walter Raleigh tiró su capa sobre el camino encharcado a modo de alfombra para que la soberana no se manchase de barro los pies.

La reina, siempre coqueta y enamoradiza, le nombra entonces capitán de su guardia y obtiene más tarde 42,000 acres de tierra en Irlanda al término de la famosa "Conspiración de Lord Babington", convirtiéndose en dueño y señor de la localidad irlandesa de Youghal. La influencia de Raleigh se hace entonces patente cuando intercede en favor del sobrino del Lord Tesorero Lord Burghley, el Conde de Oxford. Aquel gesto le aporta el sólido respaldo del clan Cecil, muy influyente en la corte isabelina. Raleigh figurará en todos los desplazamientos de la corte itinerante de la soberana: Hampton Court Palace, Nonsuch Palace, Greenwich Palace,... Para disfrute de la reina, Raleigh organiza memorables fiestas acuáticas en el Támesis. En 1583, Elizabeth I le cubre de honores y regalos, le concede el palacio de Durham (residencia palatina de los antiguos obispos de Londres) a modo de residencia londinense. Se sabe que lleva un tren de vida fastuoso: come en vajilla de plata y tiene a su disposición nada menos que 30 criados con librea a sus armas y adornados con cadenas de oro.

Pero Raleigh tendrá que hacer frente al inesperado retorno del Conde de Leicester, quien siente por él tremendos celos. Para contrarrestar el ascenso de Walter Raleigh, Leicester introducirá en la corte a su hijastro, Robert Devereux, Conde de Essex, convirtiéndolo en su principal rival en el corazón de la soberana. Despechado, Walter se dedica a amasar una escandalosa fortuna: se hace con el monopolio de la exportación de tejidos de Londres y, en 1584, monopoliza el negocio del vino, sacando además pingües beneficios al fletar barcos que le dan la fabulosa suma de 10.000 Libras.

A pesar de la presencia del Conde de Essex como gran rival de Raleigh, un embajador de Pomerania en la corte británica anotó que en aquella época, la soberana declaró abiertamente amar por encima de todos a su estimado Walter Raleigh.

Como prueba de su enamoramiento, Elizabeth I ordenó caballero a Sir Walter Raleigh en 1585, tras fundar éste una colonia en las Américas, colonia que bautizó "Virginia" en honor a su reina, "la Reina Virgen". De hecho, fue gracias a las indicaciones del navegante portugués Simón Fernández y a la segunda expedición de Sir Humphrey Gilbert en costas americanas, que se debe la colonización de Virginia. Gilbert falleció cerca de las Azores, a bordo del "Squirrel"... Desde su residencia londinense de Durham House, Walter Raleigh planeó la tercera expedición junto con John Dee y Thomas Harriot. Embarcó en mayo de 1584 y divisó las costas de Florida en julio del mismo año. Fundó en la Isla de Roanoke, la primera colonia inglesa y volvió sano y salvo de Virginia, para dar parte a la soberana de su nueva colonia.



MATRIMONIO SECRETO


Lady Elizabeth "Bess" Throckmorton, tenía 19 años cuando apareció por vez primera en la corte de Elizabeth I. Era hija de Sir Nicholas Throckmorton, embajador de Inglaterra en París y hermano de un influyente cortesano. Bess era una joven inteligente, de carácter fuerte, apasionada y valerosa cuando cayó entre los brazos de Sir Walter Raleigh, de entonces 40 años. La relación amorosa se tradujo en un embarazo accidental que obligó a Raleigh a contraer matrimonio con ella, en el más absoluto secreto. Se ha de decir que de ella quedó perdidamente enamorado y que ocultó su situación a la soberana para evitarle el disgusto. Y, como si nada hubiese ocurrido, Sir Walter volvió a sus deberes en calidad de vice-almirante a bordo del "Revenge", bajo la dirección de Lord Thomas Howard, en una expedición destinada a interceptar los galeones españoles que transportaban tesoros desde las colonias de Perú y México a España. Para recompensar sus esfuerzos, la reina le donó en propiedad el castillo de Sherborne, en el condado de Dorset, junto con la próspera finca de Willscombe Manor, confiscados al obispo de Bath y Wells, que había contraído un matrimonio secreto sin permiso real.

La joven esposa de Raleigh no pudo, durante mucho tiempo, esconder su estado de buena esperanza y parió a un niño que fue inmediatamente entregado a una nodriza, para reincorporarse a su puesto de dama de honor de la reina. Cuando Sir Walter volvió de su última incursión marina, se las arregló para que su hijo y la nodriza fuesen instalados en Durham House. Desgraciadamente, su secreto fue descubierto y aireado el 31 de mayo de 1592. La reina no había dado su permiso y, furiosa, ordenó el arresto de Raleigh. Exigió que la pareja le rogase el perdón y le pidieran su gracia, pero éstos rehusaron semejante humillación pública y cayeron en desgracia. Elizabeth I les ordenó abandonar la corte y fueron alejados durante cinco años de cualquier punto frecuentado por la corte, tras sufrir ambos una estancia entre los fríos y húmedos muros de la Torre de Londres.

Pese a la caída en desgracia, fruto de la inflexibilidad de la soberana, Sir Walter Raleigh y Bess tan solo se vieron vetados a ser admitidos en la corte; conservaban Durham House, en Londres, y el castillo de Shelborne, en Dorset, amén de los monopolios mercantiles. Quizás fuesen marcados por la vergüenza, pero no se encontraban arruinados ni mucho menos. Puede que lo peor fuera que Elizabeth I dispusiera que los esposos fuesen separados y destinados a dos exilios distintos y lejanos el uno del otro.
De todos modos, Raleigh siguió estando en servicio activo y fue destinado a Dartmouth por Lord Burghley, para intervenir en el reparto del botín del "Madre de Dios", un galeón de 1,600 toneladas y con 800 personas a bordo, y con un valor calculado en 500,000 Libras. A raíz de la exitosa captura, Bess Throckmorton fue liberada de su celda de la Torre de Londres, y obtuvo permiso para reunirse con su esposo en el castillo de Sherborne.

El primer hijo nacido de la pareja, falleció prematuramente en la cuna. Pero nuevamente preñada, Bess dió a luz, en 1593, a otro hijo varón también llamado Walter, como su padre y su abuelo. El mismo año, Raleigh ordenaba la edificación de un pabellón de caza en las inmediaciones de su castillo de Sherborne, bautizado como "Sherborne Lodge"; aunque, más que un pabellón, el edificio adquirió mayores proporciones hasta convertirse en una digna mansión de un caballero en el más puro estilo isabelino. Sir Walter planeaba retirarse del escenario público como un terrateniente de vida apacible, rodeado de todas las comodidades inherentes a su rango de caballero.


 
POEMAS

INCLUSO ASÍ ES EL TIEMPO…

Incluso así es el Tiempo, a quien confiamos
Nuestra dicha, y juventud, y nuestro todo,
Y no nos paga más que en polvo y años;
Que, en el negro y silencioso lodo,
Con todos los caminos ya vagados,
La historia cierra de nuestro albedrío:
Y de cuya tierra y tumba y polvo
El Señor habrá de alzarme, confío.


¿QUÉ ES NUESTRA VIDA?

¿Qué es nuestra vida?  Una obra de pasión,
Nuestras risas, la música de las escenas;
los vientres de nuestras madres los camerinos
donde nos vestimos para esta breve comedia;
El cielo, juicioso y severo espectador,
sentado apunta a quien se equivoca
Nuestras tumbas, que nos esconden del sol que va en nuestra busca
son el telón que se cierra al terminar la obra:
Así partimos, actuando, hacia nuestro último descanso
Solo que morimos en serio, eso no es broma


EL AMANTE SILENCIOSO

PART I
Las pasiones se parecen más a torrentes y corrientes:
El murmullo no es muy hondo, pero las profundidades son mudas;
Asi, cuando el afecto cede el paso al discurso, parece
Que el fondo no es más que el abismo de donde vienen.
Ellos que son pródigos en palabras, en las palabras descubren
Que son pobres en aquello que los convierte en amantes.

PART II
No confundas, dulce emperatriz de mi corazón
el mérito de la verdadera pasión,
pensando que él no siente dolor,
que no pide compasión.
El silencio en el amor delata más aflicción
Que las palabras, aunque nunca es tan ingenioso:
Un mendigo que es mudo, ¿sabes?,
Debe desafiar un doble sufrimiento
Entonces no confundas, prenda de mi corazón,
Mi verdadera, aunque secreta pasión;
El siente más que oculta su sentir,
Y no pide compasión


THE OCEAN TO CYNTHIA

Al igual que toda la poesía de Raleigh, El Océano de Cynthia se dirige a la Reina y refleja su posición en su favor en el momento.
Hay evidencia de que Raleigh y Elizabeth intercambiaron poesía original, como medio de comunicación y como un método de endulzar el cortejo perpetuo que la reina exigió a sus cortesanos.

Poemas que datan de los primeros días de Raleigh en la corte están escritos en el modelo petrarquista desde el punto de vista de un amante de la adoración, a la que la reina a veces responde con versos de su propia. No es de extrañar, entonces, que la poesía era el método que Raleigh escogió, en su intento de apaciguar a la reina después del descubrimiento de su matrimonio secreto.

“The Ocean to Cynthia” fue escrito para complacer a la reina, pero también es una expresión de la frustración y la ira de Raleigh en la prisión, la súplica de un cortesano de misericordia a su reina, la súplica de un pretendiente rechazado a su objeto de amor.






ORACIÓN DE ELIZABETH I


He pecado Padre,
He pecado contra el cielo y a tu vista, y no soy digna de tu misericordia, porque no cumplí con tu alianza y no respete tu ley.
Te he abandonado, oh Dios mi Creador y me aparté de ti, mi Salvador.



POEMA DE ELIZABETH I
(Gótico)


Sufro sin enseñar mi descontento,
Y amo, aunque deba aparentar odio.
No me atrevo a expresar mis sentimientos,
Parezco muda, aunque por dentro hablo.
Soy y no soy, en llamas me congelo,
Pues he dejado de ser yo, no soy más mía.

Este dolor es como mi sombra,
Me sigue al vuelo y vuela si la sigo,
Me acompaña y hace lo que hago,
Y me aflige su pena, que comparto.
No hay manera de alejarla de mi pecho
Hasta que el fin de las cosas la destierre.

Insúflame una pasión más tierna
Pues blanda soy, nieve derretida,
O sé cruel, amor, y así sé amable:
Deja que flote o permite que me hunda.
Hazme vivir con un dulce deleite,
O déjame morir para que olvide que he amado.



MENSAJE DE SAINT GERMAIN
FRANCIS BACON Y LA REINA ISABEL I DE INGLATERRA


Hay una excelente canalización que dio el Maestro Saint Germain a través de Claire Heartsong en donde habla acerca de su vida como Sir Francis Bacon, él dijo: [Allison Heartsong posa aclarando las preguntas a St. Germain.]


Maestro Saint Germain: "En efecto, mi madre fue la Reina de Inglaterra [refiriéndose a la Reina Isabel I (1.533-1.603), hija de Enrique VIII] quien fue la personificación de la colonización de las naciones, lo que era parte de su memoria del alma de 'guerra de las galaxias'.
En efecto bienamados, es verdad.
La Reina Isabel fue una de gran cabello arrebolado, para estar por seguro, con un gran corazón y gran mente y una gran visión y un gran entendimiento.
Ella me concibió como soy yo y me envió a otra familia, la casa de los Bacons, en donde me volví bastante jabalí" [el jabalí fue uno de los códigos de firma de Francis Bacon.]


Allison Heartsong: “De manera que Ud. está confirmando que Francis Bacon fue el hijo de la Reina Isabel quien dio a su hijo a una de las damas de cabecera. [Francis Bacon fue un filósofo Renacentista Inglés (1.561-1.626 (?)]


Maestro Saint Germain: "Seguro."


Allison Heartsong: ¿Y así que Ud. llegó a ser Francis Bacon?


Maestro Saint Germain: "Bastante camorrista, para serlo de seguro y no aburrido del todo. Conseguí para mí las formas de impresionar en los altos lugares y una manera de ser bastante ingeniosa con la verborrea.
Sin embargo Ud. saben mis bienamados, en lo profundo de mi alma estaba un saber de quién era yo y del diseño de mi venida. Los milagros ocurrieron, las apariciones y 'los encuentros de la clase cercana'. Sin embargo que era aún un joven, me hice saber como Francis Bacon del saber de los antiguos y de donde había ocultado ciertos tesoros. Sí que los encontré todos esos, lo cual era bastante excitante —abrir la caja de mí mismo, la cápsula del tiempo, y llegar a completar la ascensión en esa vida.
Representé o fingí la muerte (de Francis Bacon), eso aún tiene a algunos rascándose la cabeza, y continué en trabajar sobre el escenario Europeo con una gran visión de la unión, una gran visión para seguir los pasos de Ése que fue mi hijo, Aquel quien Uds. llaman Jesús."


Allison Heartsong: Como lo entiendo, ¿está Ud. diciendo que aún durante su juventud como Francis Bacon Ud. llegó a estar conciente de la memoria del alma, incluyendo su vida como José?


Maestro Saint Germain: "Seguro, no solo de la memoria del alma, bienamada, sino de eso que yo había enterrado en una variedad de diferentes lugares, registros reales tangibles que yo había colocado para mí para un tiempo después."


Allison Heartsong: Así que en a mitad de su vida como Francis Bacon, Ud. tiene conciencia de que tuvo estas vidas previas y tuvo conciencia de su misión, ¿incluyendo a los Estados Unidos de América?


Maestro Saint Germain: "Seguro, a lo que el planeta iba, el cambio del entendimiento Pisceano al Acuariano y a la Era de Dios."


Allison Heartsong:...que estaba Ud. colocando la fundación para ese cambio.


Maestro Saint Germain: "Sí, quemaba brillantemente dentro de mí. Estaba con la antorcha de la pasión de ella y así estaba en aquella que era mi compañera, cuyo nombre era Portia."

Allison Heartsong: Y entiendo sí que quiere decir que al final de la vida de Francis Bacon una ascensión o expansión de la conciencia al nivel séptimo ocurrió que no involucró la muerte física y la reencarnación en el cuerpo, sino simplemente fingir una falsa muerte y entierro para que Ud. pudiera continuar como la encarnación de Francis Bacon ahora ascendido como un maestro ascendido de séptimo nivel ¿y que Ud. se trasladó a Europa para continuar como St. Germain?


Maestro Saint Germain: "Seguro."


Allison Heartsong: ¿Cuánto tiempo aproximadamente pasó desde cuando fingió la muerte artificial de Francis Bacon y se trasladó de Inglaterra al continente Europeo, a antes de su encuentro con Portia?

Maestro Saint Germain: "Antes nos conocíamos en uno al otro."


Allison Heartsong: ¿Estaba ella en una encarnación física o en una etérea..?


Maestro Saint Germain: "En una encarnación. Sabíamos —ella sabía mejor que yo— sabíamos que el propósito de la ascensión era para la Unión."


Allison Heartsong: Quiere decir que mientras estaba viviendo la vida de Francis Bacon, ¿conoció Ud. a Portia?


Maestro Saint Germain: "Sí. Ella también ascendió en ese tiempo. Ella levantó su frecuencia en un gran entendimiento de quién ella era, así que pudiéramos facilitarnos el uno al otro..."




Tomado de:
http://es.wikipedia.org/wiki/Robert_Dudley,_I_conde_de_Leicester
http://www.portalplanetasedna.com.ar/isabel1.htm
http://retratosdelahistoria.lacoctelera.net/post/2008/04/05/robert-dudley-conde-leicester-1533-1588
http://www.actosdeamor.com/quiensaintgermain2.htm
http://carolbjca.blogspot.pt/2008/12/elizabeth-i-de-inglaterra-y-la-poesa.html


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