sábado, 7 de julio de 2012

MAESTRO YESHUA - LA TERCERA VÍA


MAESTRO YESHUA
LA TERCERA VÍA
Junio de 2012



Queridos amigos:

YO SOY Yeshua. Yo estoy con vosotros. A través de las barreras del tiempo y el espacio, estoy junto a ti; siénteme en tu corazón.

Estoy muy familiarizado con ser Humano, con las alturas y las profundidades. Yo he explorado toda el área de los sentimientos humanos; y desde dentro de ese mundo de extremos, eventualmente encontré una salida; un pasaje hacia una manera diferente de mirar las cosas, por medio de la cual toda la experiencia de ser Humano se presenta con una Luz diferente; una manera que crea tranquilidad y paz en tu corazón.

Es sobre esta salida, este pasaje, que me gustaría hablaros hoy. Muchos os encontráis en un dilema; una lucha que cada uno tiene consigo mismo. En tu mente hay una idea viva de que deberías ser mejor, diferente de cómo eres ahora: más desarrollado, más santo, más capaz de seguir ciertas reglas; un ideal más alto que tienes para ti mismo, pero es un ideal falso.

Todo este trabajo en ti mismo está basado en la idea de que como eres no eres bueno; de que hay algo más; de que tú tienes el poder de cambiarte; de que tienes control sobre el hecho de que eres un Humano. Ésta es una idea vieja; y ya la experimentasteis completamente en una época muy antigua.

Esta idea existió, en parte, en Atlántida, donde desarrollasteis el tercer ojo; y donde lo experimentasteis como el centro de observación en la cabeza. Con ese tercer ojo podíais percibir; y con él, también, queríais intervenir, moldear la vida según vuestros deseos.

En vosotros había cierta tendencia a la dominación, pero esta tendencia también estaba inspirada en vuestro concepto de la verdad. Teníais la idea de que actuabais sobre la base de principios superiores, de tal manera que lo que hacíais era "bueno"; y así es siempre. El poder siempre está velado por ideas de lo que nos parece bueno.

Se construye todo un sistema en torno a nuestro concepto de la verdad, convirtiéndolo en una visión del mundo que parece muy dirigida hacia lo bueno, mientras que en esencia, estamos tratando de controlar la vida; tanto en nosotros mismos como en otros.

El poder corrompe; te enajena del flujo natural de la vida que está presente en cada Ser Humano. El poder te da un concepto de maleabilidad que, de hecho, está basado en la ilusión. La vida, como la conocéis, no es tan flexible; y no es determinada por la razón, ni por la voluntad, ni por el tercer ojo. La vida no encaja en una visión del mundo ni en un sistema; y no puede ser organizada sobre la base de procesos mentales.

Durante un largo tiempo, entrasteis en una batalla con vuestra humanidad, con la condición Humana. Cantidades de sendas espirituales están basadas en esta idea: que debes trabajar en ti mismo, que tienes que elevarte; y que tienes que imponerte una senda de acción planeada que te conducirá hacia una situación ideal.

Este concepto crea mucha lucha interna. Si comienzas con una idea, un ideal requerido, te impones estándares que en tu interior sabes muy bien que no cumples o no puedes cumplir; así que fracasas desde el comienzo.

Ahora, siente la energía de esta manera de pensar: ¿Qué estás haciendo contigo mismo? ¿Qué energía proviene de la necesidad de imponer, de la búsqueda de mejorarte; y del deseo de organizar tu vida, tus emociones, y tus pensamientos? Siente la energía de querer controlar las cosas. ¿Es una energía amorosa? Frecuentemente, esa energía se presenta como Amor, como lo bueno y lo verdadero; pero el poder siempre se esconde así para que sea más fácilmente aceptado por las personas.

El poder no muestra el rostro abiertamente; el poder seduce por medio del pensamiento. Por eso es mejor no pensar en los pensamientos, ni pensar en el poder, sino sentir lo que te está haciendo. Mírate en tu vida diaria, en el presente, en tu vida ahora. ¿Cuán a menudo batallas aún contigo mismo, condenas lo que surge en ti, lo que sucede en ti, lo que brota naturalmente de ti y fluye? En este estado de enjuiciamiento hay una energía cortante, una frialdad: "Esto no debe ser, esto es malo, esto debe irse". Siente esta energía. ¿Te ayuda?

Ahora quiero llevarte hacia una manera diferente de mirarte; un lugar donde puede ocurrir el cambio, pero sin pelear, sin una pesada mano que te apabulla. Para aclarar esto, permíteme darte un ejemplo. Imagínate que sucede algo en tu vida que provoca un sentimiento de ira o irritación en ti, como quieras denominarlo. Ahora, tú puedes reaccionar ante esa ira de maneras diferentes.

Si no estás acostumbrado a reflexionar en tus emociones; y tus reacciones son muy primarias, entonces allí no hay nada más que ira; estás furioso, punto. Estás sumergido en ella; y te identificas con la ira. Frecuentemente, sucede que pones la causa de tu ira fuera de ti mismo; proyectas la culpa sobre alguien más. Alguien más hizo algo malo; y es su falta lo que te hace sentir furioso. Ésta es la reacción más primaria; estás identificado con tu ira, estás iracundo.

Otra posibilidad es la que llamo la segunda manera de reaccionar. Estás furioso; e inmediatamente hay una voz en tu cabeza que dice: "Esto no debe suceder; esto está mal; no es bueno que me ponga furioso; debo suprimir esto". Podría ser que suprimir tu ira te haya sido enseñado en tu crianza religiosa o por la perspectiva social. Por ejemplo: es mejor, más agradable, más correcto moralmente, no mostrar ante otros tu ira. Eso ciertamente se aplica a las mujeres: que no es conveniente expresar la ira abiertamente, que no es femenino.

Te han argumentado todas clases de ideas, provocando que tiendas a juzgar la ira en ti. ¿Entonces qué sucede? Hay ira en ti; e inmediatamente surge una opinión sobre ello: "Esto no está permitido, esto está mal". Entonces tu ira se convierte en tu lado oscuro, porque literalmente, no puede salir a la Luz; no debe ser vista. ¿Qué pasa con la ira si se suprime de esta manera? No desaparece, se esconde detrás de ti para afectarte de otras maneras; puede volverte asustadizo y ansioso. No puedes utilizar el poder que reside en la ira, porque no te permites usarlo.

Puedes mostrar tu lado dulce, agradable, acucioso; pero no ese apasionado lado iracundo; tu lado rebelde. Así que la ira se queda encerrada; y piensas que eres diferente de otras personas porque tienes estos sentimientos, así que inclusive puedes comenzar a distanciarte de otros. En cualquier caso, esto crea un agrio conflicto en tu interior; y aparentemente entre dos yos, un yo Luminoso y un yo Oscuro. Mientras tanto, quedas atrapado en este doloroso juego. Duele interiormente, porque no te puedes expresar. Es este juicio el que te limita.

¿Realmente te conviertes en una mejor persona por causa de esta reacción? ¿Suprimir tus emociones te va a conducir al ideal de un Ser Humano pacífico, amoroso? Si Yo os describo todo esto, es para que podáis ver muy claramente que este tipo de reacción no funciona; no conduce a paz real, ni a un real equilibrio interno. Sin embargo tú te haces todo esto. Muy frecuentemente, aún silencias tus emociones, porque no son buenas según la moral que tienes; y tú no reflexionas en esta moral: de dónde proviene; y por quién o por qué te ha sido dada.

Entonces, esto es lo que te recomiendo: no pienses en ello, sino siéntelo. Siente esa energía que reside en los juicios que profieres contra ti mismo, con tus imágenes de lo ideal y de lo que tú "debes hacer", lo cual algunas veces aparentemente proviene de motivos muy altos; deja eso en paz. Tú no te vuelves iluminado rigiendo tus emociones y suprimiéndolas sistemáticamente.

Hay una tercera vía; una tercera manera de experimentar tus propias emociones humanas. La primera manera era identificarte totalmente con tu ira, como en el primer ejemplo. La segunda manera es acumularlas, suprimirlas y condenarlas. La tercera manera es permitirlas; dejar que sean y trascenderlas, simultáneamente. Eso es lo que hace la consciencia. La consciencia de la que hablo no juzga, es un estado de ser.

Es una forma de observación que al mismo tiempo es creativa. Ahora, muchas tradiciones espirituales han dicho: Sé consciente de ti mismo, eso es suficiente. Entonces te preguntas: ¿Cómo puede ser eso? ¿Cómo puede la mera consciencia de mí mismo producir cambio en el flujo de mis emociones? Tienes que darte cuenta de que la consciencia es algo muy poderoso. Es más que el registro pasivo de una emoción; la consciencia es una intensa fuerza creativa.

Ahora imagina otra vez que algo en el mundo exterior provoca en ti una poderosa emoción; por ejemplo, ira. Cuando la manejas conscientemente, la observas completamente en ti mismo. Tú no haces nada al respecto, mientras que al mismo tiempo sigues observando y mirando. Ya no te identificas con la ira, no te pierdes en ella, tan sólo permites que la ira sea lo que es. Éste es un estado de desapego, pero un desapego que requiere gran fortaleza, porque todo lo que has aprendido te seduce a ser atraído hacia tu estado de ánimo, dentro de la emoción de ira o temor. ¡Y para hacerlo más complicado, incluso eres atraído a juzgar esa ira o temor! Así que eres absorbido de dos maneras y arrancado de la consciencia, de la salida de la que hablé en el comienzo: la salida, el camino hacia la paz; la paz interna.

Todo en el mundo te aleja de ese punto central, así mismo; te aleja de esa consciencia; y sin embargo es la única salida. De esta manera no te vuelves inconsciente, permaneces completamente presente. No te permites ser absorbido, ni por la emoción, ni por el juicio sobre la emoción. Tú lo miras con total consciencia y con un sentimiento de ternura: "Así es como es en mí".

"Veo que la ira surge en mí; siento que pasa por mi cuerpo". "Mi estómago reacciona, o mi corazón; mis pensamientos se aceleran para justificar las razones de mi emoción". "Mis pensamientos me dicen que tengo la razón y no la otra persona". Puedes ver que todo esto sucede mientras que observas, pero no te dejas llevar por ello. No te ahogas en ello, no te sometes. Esto es consciencia; esto es claridad mental. Y de esta manera pones a descansar los demonios de tu vida: el miedo, la ira, la desconfianza.

Cuando te identificas con ellos les das fortaleza, y también si luchas con ellos con enjuiciamiento; de ambas maneras, los nutres. La única manera de trascenderlos es elevarte por encima de ellos, así mismo, con tu consciencia; no pelear con ellos, sino simplemente dejarlos ser.
¿Entonces qué te sucede? La consciencia no es algo estático; las cosas no permanecen como son. Notarás que si no nutres la energía, gradualmente se disipará. En otras palabras, tu equilibrio se hace más fuerte; tu sentimiento básico se convierte más en un sentimiento de paz y alegría.

Porque si ya no hay una batalla en tu corazón ni en tu Alma, la alegría aflora burbujeando. Ves la vida con un ojo más benigno. Ves el movimiento de las emociones en tu cuerpo y las observas. También observas los pensamientos que comienzan a correr por tu cabeza, con una mirada gentil e indulgente. Pero la habilidad de observar sin ser absorbido, es algo muy poderoso y fuerte. En esto consiste todo: ésta es la salida.

Quiero pedirte que ahora, en este momento, experimentes el poder de tu propia consciencia - el ser puro - y la liberación que por medio de ella te permite sentir que no hay nada que necesites cambiar en ti. Siente la tranquilidad y la claridad de esta consciencia: ése es quien realmente eres. Aparta los juicios falsos. Permite que fluyan las emociones y no las suprimas; son parte de ti; y algunas de ellas tienen un mensaje.

Imagina: ¿Hay en ti alguna emoción que temes, que te fastidia, con la cual luchas? ¿Quizá alguna que se ha convertido para ti en un tabú? Permítele ahora que se adelante en la forma de un niño o de un animal, que se presente, que se muestre. Ese niño podría expresarse completamente, o incluso podría portarse mal.

Cualquier cosa que suceda, se debe permitir que haga todo lo que desee; y que te diga lo que siente. Tú eres la consciencia que mira y dice: "Sí, yo quiero verte; quiero escuchar tu historia, exprésala". "Cuéntame tu historia, porque es tu verdad, podría no ser La Verdad, pero yo quiero oír tu historia".

Experimenta de esa manera tus emociones y no las condenes. Permíteles venir a hablar contigo. Trátalas con la ternura de un sabio anciano; y observa lo que ese niño o animal trae en este caso. Frecuentemente, en una emoción negativa está escondida una fuerza vital pura que quiere surgir, una que ha sido golpeada hasta la muerte por todos los prejuicios y enjuiciamientos.

Permite que el niño o el animal lleguen saltando hasta ti. Puede ser que ahora cambie su apariencia; recíbelo con amorosa apertura.
La consciencia transforma; es el mayor instrumento de cambio, pero al mismo tiempo, no quiere cambiar nada.

La consciencia dice: "¡Sí! - ¡Sí, a lo que es!" Se sintoniza completamente con lo que realmente está aquí. Pero esto lo cambia todo, porque ahora eres libre. Tú eres libre en ti mismo: ya no estás a merced de tus emociones ni de tus juicios sobre ellas. Obviamente, aún sucede ocasionalmente que eres superado por tus emociones y tus prejuicios; esto es ser Humano.

Trata de no quedarte allí atascado y no trates de arreglarlo: "Dios mío, no he obtenido 'Consciencia Clara' - debo estar haciendo algo mal". Si tratas de hacerlo, otra vez hechas a rodar la bola del juicio.

Siempre puedes retornar a la salida, regresar a la paz, por medio de no luchar contigo mismo. Observa lo que está allí; y no te equivoques: no ser absorbido es una gran fortaleza. Ése es el poder de la verdadera espiritualidad. La verdadera espiritualidad no es moralidad; es una manera de ser.

Os agradezco vuestra presencia hoy; y estaré complacido de responder vuestras preguntas.

Yeshua.

Canalizado por Pamela Kribbe
Tradujo: Jairo Rodríguez R.
http://www.jairorodriguezr.com/

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