LA SENTENCIA DE LA LUZ
Simplemente Amen.
Al transcurso del tiempo y las encarnaciones siempre hubo un tema, una y otra vez oíamos los ecos en nuestro corazón y nuestra mente: simplemente amen a esta gente, simplemente amen a este planeta. Simplemente amen.
Recuerden, niños, ustedes están aquí para amar.
De vez en cuando salíamos de nuestra montaña y nos aventurábamos en el mundo real. Tratábamos de mostrarles a otros la verdad, la luz, el amor como lo conocíamos, como lo recordábamos. Nuestras palabras y acciones caían en su mayor parte sobre oídos sordos y un corazón ciego - no estaban listos para escuchar la verdad, para ver la luz, para abrazar el amor, y nos lo hicieron saber muy claramente.
A lo largo de nuestro camino, el universo enviaba ángeles y hermosas visiones que aliviaban el dolor de lo humano. A medida en que envejecíamos nuestros regalos comenzaron a amplificarse, sin importar cuánto tratábamos de alejarlos; ellos rompían a través del escenario de cristal durmiente, empujándonos más cerca de nuestra luz.
Las visiones nos contaban de alguna vez en la Tierra cuando el Dios dentro de cada uno finalmente frotaba el sueño de sus ojos y los despertaba a que recordaran su Divinidad. Las visiones nos decían que no estábamos solos en la Tierra; las visiones nos decían sobre las verdades que estaban a punto de descubrirse y revelarse.
Las visiones hablaban de un tiempo en el que seríamos los líderes de la Luz y guiaríamos a la gente de la Tierra de regreso a la Fuente, a la Luz, a la singularidad: una Luz, un Corazón.
Las visiones anunciaban un tiempo cuando cada cara en la que mirásemos reflejaría la luz que vivía en su corazón. Un tiempo cuando nuestra luz se volvería un catalizador y prendería la Luz del Dios durmiente en toda persona que encontráramos. Nos afianzamos fuertemente a esas visiones, sabiendo que eran verdad.
Nos fueron dadas para nutrirnos, para amarnos y sostenernos hasta que fuera tiempo de que ellas fueran traídas a la luz en el ahora. Durante ese tiempo de espera nos reunimos con nuestra propia Divinidad, contemplábamos nuestra propia luz y aprendimos a amar este cuerpo humano.
En 1987 se emitió el primer llamado, el primer toque de diana a la humanidad. Todos los corazones de la Tierra se alinearon y exclamaron: es hora. Los niños de la Tierra dieron su primer pequeño paso en creer.
En 1987 se emitió el primer llamado, el primer toque de diana a la humanidad. Todos los corazones de la Tierra se alinearon y exclamaron: es hora. Los niños de la Tierra dieron su primer pequeño paso en creer.
En 1992 se emitió otro llamado via números. La constelación de Colón y la estrella de la paloma emanó hacia la Tierra su conciencia crística, despertando al profeta dormido dentro de toda la humanidad. El umbral se había abierto y no había regreso.
Desde ese tiempo han despertado millones, viendo la a luz en sí mismos. Han despertado a su Divinidad, reconociendo la faz de Dios que ellos representan. Diariamente recibimos un vistazo de lo que vendrá. Ustedes se sientan aguardando ansiosamente las promesas de un amoroso Creador.
Sabemos ahora que nada de nuestra trayectoria ha sido en vano, que fue parte de la sentencia de la luz. Fuimos los sustantivos, los pronombres, los verbos, los adjetivos.
Sabemos ahora que nunca habíamos olvidado realmente que todo era una ilusión, al igual que lo es nuestra humanidad.
Sabemos ahora que la Luz vive en cada molécula de existencia siempre.
Como fue recibido por Gillian MacBeth-Louthan
www.thequantumawakening.com
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