HERMANO K
Vivir el Don de la Gracia
17 marzo 2012
Vivir el Don de la Gracia
17 marzo 2012
Soy HERMANO K. Hermanos y Hermanas, permitidme transmitiros mis homenajes por vuestra Presencia. Se me pide hoy, por la Asamblea de Ancianos, daros ciertos elementos con mis palabras que siguiéndolos, quizá pueden permitiros, seguiros a vosotros mismos, para descubrir lo que Sois.
He tenido la ocasión de expresarme sobre la Libertad, sobre la Autonomía, sobre lo conocido y lo Desconocido. En mi vida encarnada precedente, en esta Tierra, viví muy joven un choque. El choque que hace sacudir las estructuras mismas de la vida en la persona y (lo más frecuente cuando se trata de una pérdida) una pérdida vivida, por supuesto, como un drama. Es a menudo en estas condiciones que hay como una alucinación de la vida misma: una parada, un sobrecogimiento. Un dolor indecible que de un golpe y uno solo, cambia lo que yo llamaría vuestra relación con el mundo, vuestra relación con la vida y de alguna forma, vuestra relación con la vida.
En los días y semanas y los meses que han seguido el choque que he vivido (y que es personal), meditando sobre el sentido mismo de este choque, de su significado y de su relación con mi propia vida, de un golpe, de uno solo, el lugar donde estaba (que miraba como una forma de ensoñación), ese paisaje, esta naturaleza maravillosa que yo observaba se ha transformado completamente. Se ha hecho Viviente, como animado de un aliento diferente que el que me era dado contemplar con mis ojos. Todo se ha animado, todo se ha hecho (y no encuentro palabra mejor) Viviente. El instante anterior, lo que yo encontraba simplemente bello y majestuoso fue entonces considerado como muerto. Y sin embargo, tuve que rendirme a la evidencia: lo que observaba estaba allí pero era portador de cualidades diferentes.
Mi introspección, mi meditación de entonces, me ha hecho dar prioridad, no tanto en el sentido de la experiencia, que es incomunicable, ni incluso expresable en palabras o por cualquier arte. Esta experiencia que yo calificaría enseguida de indecible, no podía ser comunicada de ninguna forma. Porque lo que es desconocido, en toda vida (por ejemplo, la forma en que coméis), podéis expresarla, pero nadie puede comer en vuestro lugar, nadie puede ver a través de vuestros ojos. Sin embargo todo el mundo ve y todo el mundo come. Y aunque las circunstancias de estos actos puedan tomar un color diferente para cada ser, se trata fundamentalmente de los mismos actos, de las mismas funciones para cualquier humano.
Ahora, en lo que pasaba, en lo que se desarrollaba, existía un elemento estrictamente desconocido, que me ha hecho salir, de alguna forma, de lo conocido. Y sin embargo, viviendo esto, por mi calidad de introspección que era mía, yo captaba enseguida que jamás, podría compartir esta experiencia transcendente. Que jamás podría con palabras, compartir lo que había vivido.
Entonces, comprobaba que la única cosa que era posible, en ese momento (gracias a esta facultad de introspección), era describir de alguna forma, los medios que me iban a poder permitir ver más allá de lo que se veía, al otro lado del Velo, ir de lo que es conocido a lo que es Desconocido. Y puesto que esto era la consecuencia (para mí, como para todo ser que vive esto), vivir la Libertad, la Autonomía y lo que yo he llamado recientemente, la Responsabilidad. Primero, lo que he vivido era completamente independiente de cualquier referencia a un pasado, de cualquier referencia a mi propia vida anterior, de cualquier referencia a la mínima proyección, sea la que sea, al mínimo deseo. El instante antes, no estaba ahí. El instante después, estaba ahí. Y ese instante después ha transformado radicalmente lo que yo era. Ha habido efectivamente, un antes y un después.
De igual forma que el traumatismo de pérdida enorme que yo había vivido se había inscrito como un antes y un después. Un antes donde no había perdido nada. Y un después en que tenía el sentimiento profundo de pérdida, de sufrimiento, de duelo. Ahí, de igual forma, saliendo de eso conocido habitual, se me ha concedido vivir (sin buscarlo, cierto) algo que no tenía nada que ver con el campo de experiencias habitual del humano, sea en lo ordinario, como en lo espiritual. Lo que era más notorio, es que en ese momento, mi relación con el mundo, mi relación con otros, fue infaliblemente y radicalmente transformada. Todo lo que percibía, todo lo que vivía tenía una tonalidad, un color, una impregnación que no correspondía en absoluto a nada de lo que los sentidos pudieran procurar, a nada de lo que el intelecto pudiera procurar, o que incluso las emociones pudieran procurar.
Estaba pues cara a eso que yo denomino hoy, ese Desconocido que por supuesto, se ha convertido en mi naturaleza, como está a punto de convertirse en la vuestra. Pero toda mi vida, a causa de ese choque inicial, he comprendido y captado y tratado de transmitir, lo mejor posible, que este Indecible, que ese Desconocido solo podía manifestarse y ser (estando siempre aquí) desde el instante en que lo conocido desaparecía totalmente. Entended bien que no era cuestión de renegar de lo que sea, sino más bien de vivir algo diferente sin buscarlo y yo he analizado las circunstancias de la inteligencia de la relación que yo trataba de llevar (en la mayoría de mis conversaciones) la Conciencia de mis Hermanos y Hermanas sobre lo que podía representar, obstáculos sobre la manifestación de lo que estaba ahí, desde la Eternidad, desde cualquier tiempo, pero que simplemente, los mecanismos particulares, inscritos en la persona, impedían literalmente que se viviera.
Yo he entendido que toda relación debía ser libre y que toda relación que estaba inscrita en una dominación, en un poder, en una organización (ya fuera la más lógica: social, espiritual, familiar) no permitiría jamás vivir esto. Que en tanto existiera la persistencia de lo conocido, mientras que la persona mantuviera eso conocido (incluso en sus aspectos más agradables, más encantadores, los más amorosos, se podría decir), ese Absoluto no podía penetrar o no se podría de alguna forma, dejarse penetrar por ese Desconocido. Yo comprendía también, que la relación no tenía que ser rota, no tenía que ser negada, que ser denegada más bien, realmente (y no hay mejor palabra), que ser transcendida. Mientras que estéis encerrados en una relación, sea la que sea, ya fuera la más bella, no podéis descubrir lo Desconocido. Porque la relación por esencia, está siempre basada en una necesidad de confianza, en una necesidad de amor, en una necesidad de certezas.
Pero el conjunto de estas relaciones no son Libres. Dan la impresión de libertad, sucedáneo de la libertad, sucedáneo del amor, pero no os permitirán nunca (en su realización más total), vivir lo Desconocido y vivir la Libertad. No hay pues, fundamentalmente, relación libre. La única verdadera relación es la que se establece mucho más allá de la persona, más allá del alma, más allá del espíritu, más allá de cualquier discurso que pueda haceros creer en la existencia de relaciones entre las almas, entre espíritus, entre las Dimensiones, o entre vosotros y cualquiera otros. Yo vine en ese momento, a disolver mi pertenencia a cualquier organización. Porque desde este instante, yo he entendido que ningún movimiento, ninguna organización, ningún grupo podía realizar esto, porque todo esto no podía inscribirse en nada conocido, nada organizado, nada estructurado o sistematizado.
Lo Desconocido no puede acomodarse a nada conocido. Mientras que haya conocido, hay persistencia en este mundo, en esta persona, sea el que sea el sabor, sean las que sean las experiencias, sea el que sea incluso el lado agradable o bello. Lo conocido no conduce jamás a lo Desconocido. Es por tanto, algo de lo que es necesario deshacerse y hay que deshacerse ya de cualquier relación. Entended bien que no os pido con esto, o no os aconsejo, de ninguna forma, de romper o fragmentar cualquier relación que sea, sino más bien transcenderla, más allá de todo sentido de organización, más allá de todo sentido de propiedad o de apropiación. La Libertad, la Autonomía, la Responsabilidad, el Sí solo puede establecerse desde el instante en que habéis roto, incluso en los mecanismos de vuestro pensamiento, todas las ataduras, a cualquier religión que sea, a cualquier persona que sea, a cualquier identidad que sea.
No podéis pretender ser Libres sin Liberaros verdaderamente. No podéis encontraros siendo Desconocido, manteniendo lo conocido, sea lo que sea. Cualesquiera que sean los nombres que puedan dar diferentes corrientes tradicionales e iniciáticas, incluso en su justeza de las palabras, nada podrá permitiros vivir lo Desconocido, mientras que estéis en lo conocido. Porque por definición en este mundo, todo lo que os es conocido pertenece necesariamente a una reproducción, a lo efímero, a algo que pertenece a una convención, sea la que sea. Convención que se inscribe necesariamente en la dependencia afectiva, social, familiar y que jamás os permitirá vivir la Independencia. Los poetas han dicho: “Vuestros hijos no son vuestros hijos”. Es la verdad estricta.
Mientras que exista en vosotros un sentido de propiedad, un sentido de atadura a lo que sea, a algún concepto, no podéis pretender lo Desconocido, la Libertad y aun menos la Liberación. Entended bien (y ahí está la paradoja o, si se puede decir, la aparente dificultad) que no hay por tanto nada que rechazar, nada que romper, si no es en vosotros mismos, a nivel de lo que concebís, de lo que creéis, de todo lo que se ha experimentado. Nada Desconocido puede revelarse mientras que estéis instalados en lo conocido. Ninguna Libertad puede aparecer mientras que vosotros mismos no seáis Libres. Ahora, la experiencia que yo he vivido, ese acceso a lo que era Viviente, es la Libertad. Porque esto Es, desde toda la eternidad, independientemente de cualquier circunstancia, independientemente de toda mirada, independientemente de cualquier persona.
Yo he sido por tanto, llamado a expresarme ampliamente (bajo forma de imágenes, a veces), teniendo que decir y expresar que jamás ningún otro ser humano podrá haceros vivir eso Desconocido (porque es un recorrido individual, más allá de la persona), que no podía existir ningún salvador externo, que no podía existir ninguna opinión externa a vosotros mismos y que desde el instante en que se establece una relación (en lo conocido, de pareja, de maestro a alumno), no puede haber Libertad. Por lo tanto yo afirmo y reafirmo hoy, que no hay ningún gurú, ningún maestro, ningún ser que os pueda conducir a la Libertad y a la Liberación.
Solo hay resonancias (en una relación la más libre posible) que pudieran llevaros a reconsiderar lo que vosotros llamáis la libertad, la liberación, lo que vosotros llamáis lo conocido. Podéis como dirían otros Ancianos, eliminar (sin rechazar) de vuestra cabeza, todo lo que es conocido. Lo Desconocido no puede encontrarse. No hay pues, solución de continuidad y toda la trampa de la persona está aquí: es creer que la Luz, al impactarse sobre las Estrellas, sobre las Coronas, os va llenar y transformar cualquier cosa en vosotros. Es imposible. Eso ha sido una etapa. Pero vivir la Libertad y la Liberación, es abandonar mucho más que la persona. Es abandonar incluso la Luz que se vive como exterior.
Ser Luz no es llenarse de Luz. Ser Libre no es evocar la Libertad. Es captar lo que no es. De igual forma, el Absoluto no puede ser comprendido. Solo puede ser aproximado a través de lo que no es. Igual que ha habido en mi choque (que también es el choque de cada uno) un antes y un después, hay efectivamente un Pasaje. Ese Pasaje no puede ser decidido en lo conocido. Requiere, más allá del Abandono a la Luz, un Abandono del Sí y de la persona, enteramente. Lo que no es por eso un suicidio o el hecho de renegar de lo que sea, sino más bien estar en una lucidez nueva, aceptar que no puede haber ninguna autoridad, ningún ser, ningún gurú, ningún dios, ninguna circunstancia que pueda llevaros a lo que Sois vosotros.
Repito, solo alejando de vuestra conciencia todo lo que es consciente, todas las experiencias, es como en definitiva superaréis incluso, la conciencia del Sí. Desembocando sobre lo que nosotros podríamos llamar de diferentes formas el Todo, el Absoluto “Yo y el Padre somos Uno”, o aun el Brahman y el Parabrahman o si lo preferís, el fin de lo conocido.
Existirá siempre, en toda relación, un guarda fuego. Ese guarda fuego está siempre inscrito en relación a una norma, a una regla. Yo afirmo como afirmaba durante mi vida, que ninguna regla, que ninguna forma, que ningún límite puede mantenerse en lo Ilimitado. Que ninguna definición que ningún concepto y que ninguna percepción incluso (habitual, sensorial) no puede definir lo que no entra en ninguna definición. Y por tanto, es ahí donde está la Verdad, la Eternidad y contiene exclusivamente, lo que Sois vosotros, lo que nosotros Somos. La Libertad se inscribe en una relación totalmente nueva, despojada por supuesto, de toda atadura, de todo rol, de toda función incluso, y sobre todo de cualquier voluntad inherente a la persona.
No hay obstáculo a esta Libertad más que la voluntad de bien, que la voluntad de organizar, de estructurar esta experiencia. No hay peor obstáculo a lo Desconocido que lo conocido. No hay mayor resistencia que lo que vosotros creéis ser en vuestro conocido: nada, vida, experiencia, historia personal, leyenda personal. Todo aquello que contenéis, os contiene de manera inexorable y definitiva. Hay que aceptar pues, como decía nuestro Comendador (ndr: O.M.AIVANHOV) soltar, no retener nada más, hacer frente al vacío de lo conocido, para vivir lo lleno. No podéis estar llenos con cualquier conciencia, de lo que os debe llenar y ser lo que vosotros Sois.
El transcurso de la relación (sea la que sea esta relación) debe ser concebida como un transcurso de Libertad y de Liberación total. El Amor es esta Libertad. El Amor es esta Liberación. No está en la proyección de lo que sea al exterior del ser, aunque sea seductor, aunque sea reafirmante, aunque pueda parecer llenaros. Reflexionad: ¿por qué en una relación de pareja ordinaria habría necesidad de recomenzar algo que os llenaría de manera definitiva (sea mirarse, hacer el amor)? Cualquiera que sea el acto que emprendéis, con otro o u otra, hay necesariamente una reproducción, porque hay efectivamente necesidad de llenar lo que está vacío en vosotros.
Ahora, llenáis con algo que no os llenará jamás. Ninguna relación de lo conocido, ninguna relación con otro ser, podrá jamás llenaros, de ninguna manera, porque vosotros estáis ya llenos. Ahí está lo que podría aparecer como funesto o triste. ¿Cómo es que (por ejemplo en el paisaje que se ha desvelado a mí), habría podido no estar ahí, el instante antes? Lo que ha cambiado es mi visión, más allá de cualquier percepción y de cualquier visión incluso ocular.
Pasar de lo conocido a lo Desconocido no puede realizarse mientras que mantengáis lo que sea de conocido. Como decían ciertas enseñanzas en el pasado: “si tú encuentras a Buda, mátalo”. El maestro solo sirve para eso: para que lo matéis. Toda relación está condenada al fracaso mientras permanezcáis en lo conocido, incluso se llena toda vuestra vida. ¿Qué quedará en el momento de la partida? ¿Qué me ha quedado cuando he perdido, joven, lo que tenía más querido a mis ojos: el vacío, el abatimiento. Y es en ese anonadamiento donde nació (en fin, yo lo creía) lo que estaba ahí, desde la Eternidad. De alguna forma, yo he transcendido lo conocido, estupefacto ante lo Desconocido de esta muerte que me había tomado lo que tenía más querido, para descubrir que en efecto, ninguna relación en lo conocido, podía satisfacer lo que sea.
Fue pues mi responsabilidad, en ese momento, como lo es hoy, atraer vuestra atención, vuestra conciencia, de que nada de lo que os es consciente, de que ninguna relación presente con otro, o incluso en el interior de vosotros, en las diferentes partes de la persona, que ninguna lógica, ningún marco de referencia, ninguna acción puede llevaros a lo Desconocido. La Acción de Gracia, ese Matrimonio místico solo se realiza en definitiva, con nada más que lo que se podría llamar, vosotros mismos en otro nivel (el doble, si lo preferís). Es el momento en que el complejo que se ha llamado yo creo, inferior (el cuerpo físico y sus envolturas sutiles), se casa con el complejo, si lo podemos llamar así, más allá de lo conocido, lo Desconocido, más allá mismo del cuerpo de Êtreté, más allá mismo del Sí.
Por supuesto, muchos seres humanos viven hoy el acceso, lo llamaré así, al Sí: la realización del Sí. De manera totalmente inopinada, de manera totalmente feliz o también, a veces después de un sufrimiento. Pero incluso este Sí, cualquiera que sea la ligereza que procure, no es la Verdad. La única Verdad es esa que no podéis imaginar, concebir, percibir y ni siquiera sentir. El Absoluto está más allá de cualquier percepción y de cualquier sensación y sobretodo más allá de cualquier proyección, de cualquier relación, porque todas las relaciones se convierten en no-ataduras. El Matrimonio místico, tal como yo lo he vivido mirando ese paisaje, va mucho más allá de la simple comunión de lo que se vive, pero os hace realizar la ausencia total de distancia entre lo que creíais ser antes (una persona) y el paisaje mismo.
Durante mi vida yo decía, al que me interrogaba sobre esta otra orilla, que yo no le podía hacer atravesar. Solo él podía constatar por sí mismo, lo que era la otra orilla. Es lo mismo hoy. Ninguna afirmación, ninguna experiencia en lo conocido (incluso a través del camino Vibratorio o energético, que habéis vivido, o no) puede llevaros a esta otra orilla. Porque existe en lo que se llama la vida en este mundo, en la persona, sea la que sea, un principio que no es cuestión discutir, la existencia de lo que yo llamaría, el principio de supervivencia. Este principio de supervivencia inscribe una forma de perennidad ilusoria en el cuerpo. Si la mano se posa en algo que está caliente, independientemente de vuestra decisión, la mano se retira para evitar la quemadura. Esos mecanismos de supervivencia son perfectamente conocidos.
No son pues lo Desconocido y no conducen en absoluto a lo Desconocido puesto que son incluso, el guarda fuegos que os impide, de forma muy lógica, acceder y Ser ese Desconocido. La relación justa es una relación que se hace impersonal y que lo es porque en el Sí, como en el Absoluto, no hay límite, no hay rol, no hay función, no hay organización. Lo otro no se ve como otra forma, sino parte integrante, más allá de cualquier visión, de ese Desconocido que Somos nosotros. Desde siempre, los seres han renunciado a este mundo, esperando encontrar el otro mundo. Muy pocos han llegado. Porque renunciar al mundo es renunciar a la vida. Ahora, no podéis renunciar a la vida, incluso en sus ataduras, negándolo. No podéis más que transcenderlo, transcendiendo precisamente, lo que he llamado, la relación.
La Libertad y la Verdad son un país o un territorio sin ningún camino. Cierto, la persona que sois, que creéis ser, os hará creer permanentemente en la existencia de un camino común, a través de vuestros hijos, del ser amado, a través de un amigo. Ahora, no existe ningún camino para el Absoluto. Está ahí desde toda la Eternidad. Cómo lo que está ahí desde la Eternidad puede buscarse o encontrarse, si ya está ahí. Cuando os decimos que Sois la Eternidad, que Sois la Gracia, que Sois el Don de la Gracia, no es una afirmación gratuita o una autosugestión, que además no serviría de nada, porque los que no lo viven no pueden más que vociferar su angustia y su cólera frente a esto. Así es el ego, incluso lleno de Luz. Debéis, si tal es vuestro deseo, liberaros totalmente de todo lo que es conocido, concebir que no hay camino en definitiva, para daros cuenta de que no hay territorio, que no hay país, que no hay nadie y que no hay mundo. Sin que por eso, sea un rechazo de algo.
Lo Desconocido no tiene nada que ver con lo conocido pero lo integra. Lo Ilimitado no tiene nada que ver con el límite y sin embargo el límite solo puede estar contenido en lo Ilimitado. Vosotros estáis exactamente en la misma situación. Estáis exactamente en el mismo caso particular y solamente vosotros podéis comprobarlo, aceptando que no hay absolutamente nada que realizar. Esto no es una paradoja, ni una oposición, aun menos un antagonismo. La única relación justa no puede estar establecida con una de las partes del Todo sino con el Todo.
Ahora, toda relación con el Todo, el Absoluto, el Brahman, no es más que la realización incondicional de ese estado, más allá de todo estado, de lo que está mucho más allá de la Conciencia. La Conciencia, en definitiva (sea como sea: limitada o del Sí), solo será la expresión de una simple separación, más o menos pronunciada. No podéis estar separados de ninguna forma, de lo que Sois. No podéis limitar lo que es ilimitado. Ninguna experiencia os llevará. No hay por cierto, ningún camino y como he dicho, ningún territorio ni ningún país.
Si de todas formas la persona que sois, si de todas formas el Sí que sois, no puede aceptar ni incluso considerar lo que digo, entonces no tiene ninguna importancia, porque no hay nada que proyectar con cualquier deseo de ser esto, porque vosotros Sois desde la Eternidad. No hay pues nada que desear, igual que no hay nada que proyectar, igual que no hay nada que ser. Solamente hay que establecerse en lo que ya está establecido. Ninguna vía, nada conocido, podrá ni siquiera ser considerado sin estar sostenido, contenido por el Amor, por lo Desconocido. A menudo el humano habla del Amor. Él mismo crea las religiones en nombre del Amor, sin embargo los actos han sido la antítesis del Amor.
Todo el mundo conoce las relaciones amorosas, filiales, maternales, incluso las más ideales que se terminan siempre trágicamente. ¿Por qué? Porque la muerte, ineluctable, hace desaparecer cualquier lazo. Entonces, el alma que se reencarna en otra persona, por desolación o por amor proyectado, va a mantener esos lazos, esas relaciones, bajo otros roles, bajo otras funciones, bajo otras perspectivas, pero esto no es la Libertad y no conducirá jamás a la Liberación. Así, incluso el karma, el libre albedrío, son una herejía, una creación pura de la limitación del encierro. Lo que Sois no conoce nada de todo esto, lo que Sois está más allá de todo esto. No basta con concienciarlo porque no puede ser concienciado, ni realizado, porque precisamente, esto siempre ha estado ahí. Ahí donde llevéis, como dijeron algunos Ancianos, vuestra Atención, se realiza la Conciencia de lo que sois o de lo que creéis ser.
En lo que concierne a lo que se ha llamado la Onda de Vida y que yo prefiero llamar el Don de la Gracia, no hay estrictamente nada que hacer. No hay nada que desear. No hay tampoco, nada que esperar. Solo hay que dejar Ser lo que Es, desde la Eternidad, sin ninguna intervención de la persona, sin ninguna intervención de la emoción, de la mente, del juicio o de cualquier espiritualidad. La relación (cuando es entendida más allá de todo lo que puede ser conocido) os liberará, porque en definitiva, la única relación que puede permanecer y que es Verdad, está más allá de la relación, tal como se ha entendido. Ella es Comunión, Fusión, Disolución.
Ella es ese Éxtasis o ese Intasis muy particular, más allá del Samadhi, o la identidad (tan salvajemente mantenida en la Ilusión) desaparece por sí misma. Y en la desaparición de la Ilusión de identidad, hay el establecimiento en el Absoluto, donde efectivamente (y concretamente, no por proyección, por deseo o suposición) todo es Uno, porque en la misma Gracia, en la misma Onda, en la misma Libertad. Entended bien también que no podéis suprimir ninguna relación existente en el mundo, sino cambiar de mirada, serviros de la Inteligencia para comprender que todo está indefectiblemente ligado. Pero no ligado en una relación de posesión o de amor, sea el que sea, sino como expresión misma de la Naturaleza del Amor.
He aquí a lo que la Tierra se despierta y se revela. He aquí a lo el Don de la Gracia os invita: a Desposaros. Pero no el matrimonio con este cuerpo, con otro cuerpo, con otra alma o con otro espíritu. Este Matrimonio con el Absoluto os restituye al Absoluto. Os restituye a la única Verdad: la que no está inscrita en el tiempo y en el espacio, la que no está inscrita en un camino o en un país o en un territorio y aun menos en cualquier organización, sea la que sea. Mientras que penséis que debéis pertenecer a algo, a una organización, a un grupo social, a un grupo humano, no sois Libres. Ser humano, es precisamente escapar sin renegar de todo condicionamiento, de toda percepción, de toda concepción, es refutar todo lo que es conocido. No hay otra vía. No hay otra posibilidad, de ahora en adelante, que Ser lo que Sois, ahí donde estéis. Ese Don de la Gracia representa el último momento en que como os decía La Fuente, el Juramento y la Promesa son despertados. Siempre han existido. Lo que tenéis es lo que sois.
Ahora, mirad con inteligencia, cuales son vuestras relaciones. Toda la sutileza está ahí. Las religiones os han encerrado en un ser exterior que podía salvaros mientras que esos Grandes Seres (y ha habido muchos, incluso los más grandes de ellos) no os han dicho, en definitiva, más que una cosa (evidentemente transformada por el principio mismo de la organización, sea la que sea): que vuestra esencia era el Amor, que no eráis de este mundo, sino que estabais en este mundo. No hay nadie a quién seguir. No hay eventualmente qué imitar a esos Grandes Seres, no por imitación, sino por resonancia, de alguna forma.
Todos esos Seres no han expresado nada mientras que las organizaciones, las religiones han organizado la Verdad última a su conveniencia, para mantener las relaciones de dependencia, en encierro. La sociedad ha realizado exactamente lo mismo, ya sea a través de técnicas, a través de reglas e incluso a través de una relación que paradójicamente se llama amorosa. El Amor no puede ser una proyección de lo que sea, hacia lo que sea, puesto que el Amor es la Naturaleza misma del átomo, de los mundos, de cualquier Dimensión, más allá de cualquier apropiación, más allá de cualquier suposición.
Hoy el Don de la Gracia os llama, aunque el nombre no sea exacto. Pero el conjunto de circunstancias de la Tierra os llama. El Sonido del Cielo, el Sonido de la Tierra, los volcanes, solo son el reflejo de lo que pasa en vosotros. La llamada percibida en el Cielo como en la Tierra, es la llamada del Don de la Gracia, en vosotros. Solo la mirada proyectada ve un mundo. Las luchas que observáis en este mundo solo son vuestras propias luchas. Todo lo que rechazaríais de este mundo solo representa lo que en definitiva, rechazáis de vosotros mismos. El Don de la Gracia es una llamada a la Libertad y a la Autonomía, a vuestra Responsabilidad. El Don de la Gracia es efectivamente, un gozo permanente. Este gozo no tiene nada que ver con el gozo limitado, porque es un gozo Ilimitado.
El gozo limitado pertenece a marco amoroso o afectivo. Está obligado, como he dicho, a reproducirse sin cesar para dar la impresión de mantenerse en una permanencia: sean las caricias pródigas, una mirada dada, un beso dado, una educación de un niño, todo y lo sabéis por experiencia, todo, debe reproducirse sin pausa, cada día, a cada instante. Al principio, por supuesto, con facilidad y evidencia y a veces hasta el final, con la misma evidencia. Pero solo es la reproducción, no es más que la ilusión del amor.
El verdadero Amor, el que os hace considerar todos vuestros Hermanos como parte integrante de vosotros mismos, porque es la única Verdad, solo puede revelarse (aunque siempre ha estado ahí), desde el instante en que aceptáis ir más allá de la persona. No hablo de un narcisismo cualquiera dirigido a amar a la persona, sino de amar lo que Sois, más allá de cualquier persona y por tanto, de cualquier rol: es decir en relación real con la Verdad y vosotros no sois otra cosa que la Verdad. No sois lo que proyectáis. No seréis jamás lo que creéis idealmente mantener en una permanencia, sino que sois realmente esta permanencia. No hay pues que buscar fuera, porque no hay afuera. Hoy el Don de la Gracia os va a llevar, o no, a vivir (porque ese el vuestra Naturaleza) el Don y la Gracia. No el don de un amor, no el don de sí solamente, sino más bien: más allá de cualquier conciencia, vivir la naturaleza esencial y primordial de lo que Sois.
Solo el juego de la distancia, de la separación, de la distanciación de la persona, nos ha hecho creer a todos que podemos perder alguna cosa. Y es esta experiencia misma, la que a menudo, conduce a la Eternidad. Porque el dolor de la separación es tal, es tan intenso e indecible, que solo puede desembocar en el Absoluto, dando gracia de alguna forma, a la Gracia misma, poniendo fin entonces, a toda ilusión. En ese momento, Sois el Amor. El mismo Amor en esa persona, que en el átomo, en el sol, en el ser amado, como en el ser llamado enemigo. Todos los nombres no tienen ya sentido, porque no hay estrictamente nada que llamar que no esté ya presente en el Absoluto.
Hoy, en este mundo, todo es yo diría, cada vez más accesible y cada vez más evidente. En otros términos, no hay otro Apocalipsis que este: mientras que la persona considere de una manera u otra un fin, se sabe finita, se sabe efímera. Aquél que vive esta relación última ha salido definitivamente de los juegos de rol, de los juegos de posesión, de los juegos de atribución de roles o de poderes. Porque no hay otro poder que el poder de la Vida, que es Don de la Gracia. Onda de Vida. Onda del Éter. Onda de Eternidad. No hay otro Matrimonio que este de vuestra Libertad. No hay camino. No hay territorio. No hay límite.
Si la persona que sois no puede aceptar (digo bien no aceptar y no, no comprender, porque lo que digo está inscrito más allá de cualquier comprensión, he llamado a esto algo que podéis entender en su esencia y no a través de palabras), entonces yo diría simplemente que eso Es, desde toda la Eternidad y de nada vale vuestra opinión, de nada vale vuestra posición, de nada vale vuestra adhesión o vuestra negación. Porque todo esto no puede alterar de ninguna manera, el Absoluto. Si no, ¿cómo sería el Absoluto y cómo sería Último?
He aquí lo que a través de mi experiencia viviente y a través de lo que yo podría estar tentado de llamar, lo que yo represento hoy, podía deciros. Yo pienso que el tiempo que estaba concedido llega a su término. Si tenemos tiempo y si existe alguna pregunta, relativa exclusivamente, a lo que acabo de enunciar, os escucharé.
No tenemos cuestiones. Os damos las gracias.
Yo os propongo un instante. Este instante no está dedicado a la recepción de la Luz, ni a la Onda de Vida, sino dedicado simplemente a estar atento. Un momento de meditación, sin objeto, sin soporte, sin demanda. Justo esto. Es mi forma de dar gracia a vuestra presencia, mi forma de saludaros y de deciros hasta pronto. Yo os diré cuando cesará. Ahora.
…Participación del Don de la Gracia…
Hasta pronto.
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Canalizado: Jean Luc Ayoun
Transcripción: Véronique Loriot
Traducción: Susana Milan
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